Peregrinar
es caminar a solas, siempre en camino, peregrinar en grupo, bandada de
peregrinos, es un picnic, en cada encrucijada una kermesse.
Así comenzaba yo mi crónica, “Camino de Santiago V”, del 2021.
EL 2022, un Herpes Zoster, visita inoportuna, me noqueó y me impidió hacer mi
“cachito” del Camino.
El 2023, finales de agosto, llené mi mochila, me calcé las chirucas y desde
Logroño, en cinco solitarias etapas, las más significativas del Camino, me
planté en Burgos.
En Logroño visité todas las tiendas de la Calle Portales en busca del bordón del
peregrino, búsqueda nada fácil, los bastones metálicos y urbanos están in, el
bordón está out, pero encontré, en una sombrerería de señoras, un bastón con
brújula, mi báculo para los caminos pedregosos. Providencia para mi optimismo en
apuros.
Al alba, muy oscuro, solo y con mi bastón puntiagudo martilleo el asfalto y me
adentro en el Parque la Grajera, silencio monacal en el templo sagrado de la
naturaleza.
“Buen Camino”, contraseña del Camino, me susurra un peregrino.
La palabra humana, a veces necesaria, otras muchas innecesaria e inoportuna,
rompe el gran silencio y apaga el beso de la primera oración. Un hombre, Peter,
californiano jubilado, viene caminando desde Pamplona. Conversación amable y
fraternal. Hace el Camino, como otros americanos que me he tropezado, animado e
inspirado por la película THE WAY.
Después de caminar juntos un par de kilómetros, el dolor de caderas le obliga a
sentarse y descansar. Un abrazo, un adiós, un nos vemos. Buen Camino.
Llego a Navarrete, la iglesia está abierta, no securities, el cura no tiene
miedo a que los peregrinos robemos los cepillos o las escayolas, ¿han visto
sonreír a alguna escayola? A esa, si la encuentran, no la toquen, es auténtica.
Una vez dentro, más admiración que oración.
El gigantesco retablo es deslumbrante, oro, mucho oro, te ciega los ojos y sólo
adoras la santidad metalizada.
La Ventosa, para unos breve parada en el Camino, para otros fin de etapa.
Mi meta era Nájera, ciudad de reyes, de monjes, de concilios, de fueros y de
peregrinos. Santa María la Real, iglesia y cementerio de reyes olvidados, el
pasado es una voluta de humo, descanso necesario, no para llorar el pasado sino
para satisfacer el Ahora con una comida como dios manda.
Al atardecer misa en la iglesia de la Santa Cruz. Se celebraba un funeral, el
cura vestía casulla de guitarra morada bordada en oro. Elegante.
En el sermón, los Novísimos estuvieron más olvidados que los reyes del
cementerio de Santa María la Real. El último viaje hemos decidido, por
aclamación popular, hacerlo sin escala en el purgatorio imaginario.
Mi cielo, al final de esa larga etapa, se llama cama.
22 Kilómetros separan Nájera de Santo Domingo de la Calzada. Soledad
interrumpida por breves e insustanciales conversaciones con algunos de los pocos
peregrinos que hacen el Camino.
Domingo García, santo ermitaño, patrono de los pontoneros, construyó un puente
sobre el río Oja, edificó un albergue y un hospital para los peregrinos e hizo
de ese villorrio, que hoy lleva su nombre, un gran pueblo, visitado y admirado
por miles de peregrinos.
La catedral de Santo Domingo de la Calzada guarda los restos de este santo, tan
santo que no sólo salvó al joven sino que hizo que gallo y gallina cantaran a
dúo en el plato degustación.
Recorro las calles y las plazas del pueblo pero, cansado, no subo el centenar
largo de escalones de la muralla, me refugio del calor en Nuestra Señora de la
Plaza y en la penumbra y el silencio espero la hora de la misa vespertina. Misa
de difuntos sin difunto.
Atrás quedan los viñedos riojanos, racimos pesados y apetitosos cuelgan de sus
ramas, pasados los pueblecitos de Corporales, Morales y Grañón, entro en la
provincia de Burgos. Es de agradecer la excelente señalización del Camino por la
autonomía de Castilla y León.
Paisaje de rastrojos y girasoles. Observo que las cabezas de los girasoles al
borde del Camino, redondas como hogazas de pan, están todas tatuadas, unas lucen
las caras sonrientes de los peregrinos, otras con las flechas indican el Camino
a los peregrinos, otras tienen grabados los nombres de los peregrinos. Divertida
distracción en este paisaje vacío.
La Virgen de la Calle nos recibe en Redecilla del Camino, primer pueblo de la
provincia de Burgos y nos señala la pila bautismal del siglo XII, una joya.
Alto en Viloria de Rioja, pueblo donde nació Santo Domingo de la Calzada. La
iglesia está cerrada.
Después de recorrer los 22,7 km llego a Belorado. Ya han celebrado la misa y ya
San Vitores ha recorrido las calles del pueblo y bendecido al personal.
Lo del gallo y la gallina no es nada comparado con la gran hazaña de San Vitores.
¿Historias para creer o echar a correr?
El pueblo está en fiestas y las peñas arlequinadas lo llenan todo. No hay sitio
en la posada.
En el Albergue Los Cuatro Cantones celebré la mejor cena del Camino. Lo de menos
fue el menú, lo mejor fue la compañía. Me sentaron en una mesa con un señor de
Minnesota, su señora de Montana y una joven de Taiwán. Los cuatro charlamos, nos
reímos y aprendimos las palabras esenciales y eternas, el abc de la vida.
Etapa larga y con una mansa llovizna, la de Belorado a Atapuerca. El tramo más
gozoso fue el de Villafranca, Montes de Oca a San Juan de Ortega. A ambos lados
del camino el bosque era espeso, los árboles lo llenaban todo.
Divisé a lo lejos un peregrino envuelto en su impermeable verde, caminaba muy
despacio con sus dos bastones, parecía muy mayor. Le dí alcance y vi que era una
mujer de Canadá. Me confesó que estaba empeñada en llegar a Santiago. Al
despedirme le dije: Hoy es domingo. Lo sé, me dijo y no sé si habrá misa cuando
llegue a Agés.
En aquel maravilloso templo y en medio de aquella soledad entonó este canto:How
great is our God, how great is his name…comunión espiritual, misa en los Montes
de Oca.
San Juan de Ortega, monasterio de jerónimos, hoy abandonado, pero guarda la
tumba sencilla del santo, sin nombre, sin flores, sin lápida, olvidado por los
hombres pero amado por Dios.
Vi a un cura dispuesto a subir a su coche para ir a decir misas…y le pedí que me
abriera las puertas del templo. ¿lo hizo de buena gana?
Yo llegué a Atapuerca cuando las campanas tocaban a misa. El evangelio del
domingo, evangelio de las preguntas de Jesús a sus apóstoles sobre su identidad
versó sobre la Navidad, Herodes, los santos inocentes…sobre la inutilidad de
nuestras preguntas…
Atapuerca en fiestas, la cantina se quedó sin existencias, no había pan en la
cantina del pueblo.
A las 6 de la mañana, guiado por las linternas de unos peregrinos, ascendimos
una cuesta muy pedregosa camino a Burgos.
Y en Burgos me encontré con mi tercer santo, San Lesmes. Su tumba marmórea,
ubicada en la nave central, es más motivo de distracción que de devoción. Me
sentí muy incómodo.
Los “inesenciales” de la religión los convertimos en lo esencial.
La idolatría reviste múltiples formas tanto en la religión como en la sociedad.