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“En
última instancia uno no tiene vivencias más que de sí mismo”.
En un
ayer lejanísimo, medieval, religioso y penitencial, la gente expiaba sus
crímenes y recuperaba la libertad haciendo el Camino de Santiago.
El
Camino era un Purgatorio, olvídense de los albergues y los hostales con duchas y
lavadoras, cada peregrino cargaba con la mugre, la roña y los polvos del camino
hasta el final; olvídense del café en las aldeas por las que ahora hacen pasar
el Camino y de las conversaciones insustanciales y picantes con sus gentes;
olvídense de la belleza, National Geographic, de los paisajes y del masajista al
final de la etapa; olvídense del caminocomodo.es en caso de cansancio o de
emergencias...Purgatorio, sin llamas, pero purgatorio, con frío y calor, lluvias
y nieves, con mucha hambre y con un techo infinito.
Llegar
a Santiago de Compostela y entrar en el vientre de la Gran Catedral era nacer de
nuevo.
Desinfectados
con los aromas del botafumeiro y perfumados con el don del perdón compraban su
libertad y pagadas sus deudas materiales y espirituales eran hombres libres y
cristianos of a good standard.
El
siglo XXI, rico en pantallas y en tecnología, ha convertido a la inmensa mayoría
del personal en “couch potato”. Sentados vemos desfilar el mundo y el Tour de
France y, gracias a Google Maps, hacemos el Camino de Santiago de principio a
fin.
Yo,
residente en una Residencia De Mayores, acabo de hacer mi segundo Camino. El año
pasado hice Sarria-Santiago y este año he hecho Ponferrada-Villafranca del
Bierzo-Veiga Valcarce-O Cebreiro-Triacastela-Sarria-Santiago.
Los
peregrinos de hoy, esnobs, no son, stricto sensu, los peregrinos, hombres de fe,
de ayer.
Son
caminantes, son turistas, son ecologistas, son ateos, son creyentes, son
solitarios, son viudos, son jubilados, son mujeres, muchas mujeres, son
estudiantes, son coreanos,muchos coreanos, son americanos, son australianos, son
rusos, son japoneses...son de cualquier rincón del mundo, son gentes que cuando
te encuentran te susurran el password, “Buen Camino”, en todos los acentos
babélicos. No tienen nada que pedir, nada que expiar, sólo quieren caminar.
El
Camino es una bendición para la economía de Galicia y es el diario maná para sus
aldeas moribundas que esperan como agua de mayo la visita de los
peregrinos-turistas.
El
Camino es también una bendición para miles de personas que dejan casas,
amistades y países, ataduras afectivas, y, durante unos días ponen en movimiento
sus pies y sus corazones en la hora de la soledad y de encuentros cálidos pero
fugaces.
Peregrinos
sin meta, Santiago no es nada, es sólo un pretexto, el Camino es la mística,
miles de pasos por sendas empinadas, fálicas, peligrosas y perfumadas con las
boñigas de vacas y caballos, subidas y bajadas interminables bajo el palio verde
y fresco de las hayas, los castaños y los robles, ratos de soledad, sólo el
bastón hincado en la tierra es testigo del esfuerzo, sólo él escucha las quejas
y algún grito lanzado al aire.
Hay
soledad en los caminos y hay soledad en las aldeas y- qué crueldad- las iglesias
se mueren de soledad. Las iglesias de Castilla, con sus altos campanarios,
señorean sobre el pueblo. Las iglesias de estas aldeas gallegas son pequeñas y
parecen estar en ruinas, sus campanarios son chatos e invisibles, sus pequeñas
campanas no doblan para nadie. Los curas han huído del Camino. Dios ha huído
también del Camino.
Las
esquilas de las vacas son el despertador de la aldea, pero no convocan a la
oración.
En
Piedrafita do Cebreiro, pueblo limpio y elegante, le pregunté a una señora por
el horario de misas y me dijo: La iglesia sólo se abre si hay funerales y algún
domingo viene un cura de Santiago, de 160 km, y dice misa. Es un cura joven y es
muy breve. ¿Qué más se puede pedir?
Decir
que la Iglesia está en crisis es una obviedad, lo dice todo el mundo, los
Obispos incluidos.
Santiago
de Compostela, Iglesia de Santa María Salomé, misa del Corpus. Sentado en el
primer banco, como es mi costumbre, cuando voy a misa, observo al cura, -¿hace
falta decirlo?-, es muy mayor, que sube las gradas con gran dificultad y titubea
para llegar al altar y comenzar la celebración.
Con
poca voz y con poca energía silabea las oraciones y lee el evangelio. Todos nos
sentamos para escuchar el sermón, pero no lo hay, nos levantamos para la oración
de los fieles, pero tampoco la hay y nos volvemos a sentar para echar unas
monedas en el cestillo.
A la
salida hasta la gente mayor, no entendí lo que decían los numerosos peregrinos
coreanos, cuchicheaba su desencanto.
¿No te
da miedo hacer el Camino solo? No, contesto siempre. Peregrinar es caminar solo,
peregrinar en grupo es ir de picnic.
A lo
largo del Camino hay momentos para compartir la soledad y para la sorpresa.
A la
salida de Ponferrada preguntaba yo a un matrimonio, ambos cargados de años y de
sobrepeso, que venía de Alemania: ¿cuántos días llevan caminando? No pregunte ni
por días ni por meses, llevamos más de un año haciendo el Camino.
Unas
veces se intercambian saludos, miradas, exclamaciones, preguntas...comunicación
telepática, otras veces se produce una mayor cercanía e intimidad.
Un
joven estudiante de Tokio, 21 años, pelo teñido de rubio, rebeldía inútil, me
comentaba que había iniciado el Camino siguiendo el consejo de uno de sus
profesores de la universidad. Caminar para encontrarse consigo mismo, para
conocer un país nuevo y para relacionarse con la gente. No es un joven religioso
ni espiritual y el Camino de Santiago no le dice nada.
Hablamos, como
no, de Murakami, de deportes y de religión. Saint James, let me tell you about
Saint James. La meta de nuestro Camino es Santiago, el Gran Samurai, que vino a
España a predicar una nueva religión, un nuevo Camino que no conduce a Santiago
si no más allá de todo Camino. Do you understand what I mean? Tú caminas, yo
peregrino. Tú buscas, yo ya he encontrado. Tú te llevas a Tokio una cámara llena
de fotos de paisajes y de personas, yo me llevo a Zaragoza el corazón ligero y
agradecido. Please, dale las gracias a tu profesor que te ha puesto en el Buen
Camino.
Sucedió
en el alto Do Poio, subida corta pero muy empinada y pedregosa. Llegamos a la
cima cansados y sudorosos y nada más dejar el sendero nos encontramos con el
Albergue el Puerto.
A la entrada
del Albergue hay un gran cuaderno en el que los huéspedes escriben mensajes de
agradecimiento por la hospitalidad y el buen trato. Lo primero que hice al
entrar fue echar una mirada al cuaderno, a la última página, al último mensaje.
Indignado, cogí el cuaderno y se lo llevé al dueño del Albergue. Una página
llena de obscenidades, genitales dibujados y comentarios soeces. Arrancamos la
página y me dio las gracias. Su comentario fue: españoles, españoles gilipollas.
Tengo cuadernos de muchos años, con muchos mensajes lindos, dignos de ser
publicados. En el Camino de Santiago y en el camino de la vida, zoo enorme y
disparatado, encuentras todas las especies a las que Adán puso nombre.
La
Catedral, la novia de Santiago está siendo acicalada y engalanada para el año
jacobeo 2021. No la visité, pero sí se me erizaron los pelos en el Pórtico de la
Gloria.
Besé el
bastón, como quien besa a un hermano, que me acompañó a lo largo del Camino y lo
dejé en un rincón del albergue. Hasta el próximo Camino.
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