Ir de
compras y mirar escaparates, para unos actividad penosa, para otros pura
seducción.
Los maniquíes, desnudados cada noche, son vestidos y acicalados cada mañana para
lucir nuevas ropas y seducir a los viandantes en busca de las últimas novedades.
Window shopping, lujuria de los ojos, no consumada pero sí guardada en el
corazón.
Vivimos en una sociedad mudante, todo es escaparate, todo es nuevo cada día,
todo nos empuja a consumir y a cambiar. Cambiamos de look, de peinado , de club
de fans, cambiamos de pareja, de trabajo, de creencias…y hasta cambiamos de
Religión.
Conozco personas en NYC que nunca oyen misa en la misma iglesia. Nómadas en
busca del cura más santo, del mejor predicador, del cura más tridentino, del
cura esfinge, que nunca sonríe, del cura mejor aparejado…el consumo religioso
tiene sus adictos.
En España el consumo religioso, minimalismo para viejos, éstos se sienten más
que frustrados, se sienten solos, su herencia religiosa, folklore de fiestas
patronales no tiene seguidores, ya no hay, queja amarga, quien cargue las andas
de los santos.
Los jóvenes, el mundo y sus vanidades es su ostra, cambian de todo cada día
menos de Religión. No la tienen.
La frase tópica de muchos españoles mayores ante la oferta de una nueva Religión
es: “No practico la mía que es la verdadera como para uncirme a la suya que es
la falsa”. Nunca la ignorancia fue tan atrevida.
Leía ayer el testimonio de Joanna Wischer: I was Jewish, Then Protestant, Now
Catholic”. Fui Judía, luego Protestante, ahora Católica.
Búsqueda seria, cambio profundo, ¿terminó ya su itinerario religioso?
The delight is not only in the finding but also in the seeking.
En este país tan atípico, tan bíblico, tan fundamentalista, donde los extremos
son tan radicales y tan ciegos en lo social, lo político y lo religioso, el
shopping religioso tiene aún un gran mercado y presencia en the Public Square.
La Iglesia Católica y las Iglesias Protestantes tradicionales, Luterana,
Episcopaliana, Metodista, y Presbiteriana, vasijas quebradas, no sólo van
perdiendo miembros sino también peso y presencia social, sólo las iglesias
Baptistas y Evangélicas del Bible Belt crecen en número e influencia.
El mercado religioso mueve dineros y personas, existe un trasvase, conversiones,
de una religión a otra. La búsqueda espiritual es un buen termómetro de las
inquietudes y búsqueda de sentido.
“Es una esclavitud mental aferrarse a cosas y creencias que han dejado de servir
a su finalidad en la vida”.
La felicidad consiste en encontrar algo más importante que mi pobre YO y
dedicarle la vida.
Me ha llamado la atención una encuesta del Pew Research Center sobre las razones
por las que los creyentes abandonan las iglesias y, a veces, cambian de
etiquetas, de denominación religiosa.
Existen más de 4.000 denominaciones, usted y yo no vamos a cambiar, pero sí
podemos podar el árbol y quedarnos con lo esencial. Las instituciones humanas,
muchas veces, en lugar de mejorar el producto lo estropean con adornos y
añadidos innecesarios.
El 56% de los creyentes abandonaron su Iglesia porque dejaron de creer en sus
dogmas y enseñanzas.
El 30% se alejaron por las enseñanzas negativas o por el trato dado a las
personas LGBTQ.
El 29% confiesan que los valores y prácticas religiosas nunca tuvieron peso en
la vida familiar.
El 27% se dieron de baja por los escándalos de los líderes religiosos.
El 18% dramáticos acontecimientos personales les llevaron a buscar nuevos
pastos.
El 17% acusan a las iglesias de conjugar más la política que la espiritualidad.