La misión de DOGE -Department of Government Efficiency- consiste en reducir el
gasto público, engrasar la maquinaria federal y hacerla más eficaz.
ELON MUSK, administrador supremo de la Corte del Faraón, sin orden ni concierto,
motosierra en mano se ha cepillado más de cien mil federal workers.
Ahorro millonario, la máquina ha renqueando a veces, pero no se ha parado.
Trabajo ingrato, para muchos necesario, pero la demasía al margen de la Ley o en
contra de la Ley ha cabreado al personal y el “We the people” ha entonado sus
elegías y lamentos.
La burocracia, maldita necesidad, Everest difícil de escalar, ha invadido
brutalmente todos los ámbitos de la sociedad, nuestras vidas.
El Estado necesita millones y millones de funcionarios, ubicados en sus
cubículos, sentados frente a una pantalla, como Penélope tejen y destejen datos,
números, estadísticas, informaciones, nombres...
Hoy, tener que hacer una “pequeña” gestión en esas oficinas monstruo se
convierte en una gestión heróica.
Los rascacielos son colmenas en los que la reina y sus zánganos trabajan para el
enjambre humano.
Sólo necesitan una silla extra para sus mascotas.
Me siento anonadado, un funcionario por cada cinco habitantes.
Adiós al ángel de la guarda, lo que necesito es mi funcionario personal.
Siempre me asalta la pregunta, ¿son necesarios tantos funcionarios? “Es todavía
mucha gente.
Se volvieron a casa veintidos mil y quedaron diez mil.
Es todavía mucha gente.
El Señor declaró a Gedeón: Os salvaré con trescientos”.
Jueces 7ELON MUSK, chutzpah irreverente e idolátrico, se autoproclamó Salvador
de las finanzas y despidió hasta los “trescientos”.
La Iglesia Católica, una y múltiple, santa y pecadora, católica y multilingüe y
caleidoscópica, apostólica, más paulina que petrina, más monárquica que sinodal,
más legalista que pneumática y tan burocrática como cualquier otra humana
institución, necesita, no un ELONMUSK, SÍ UN GEDEÓN.
“Sometimes there seems to be a greater separation between the church and God
than betweenthe church and state”.
La Iglesia, negocio humano, está, dicen los expertos, en números rojos.
Los gastos, sueldos de los funcionarios activos y jubilados, -”es todavía mucha
gente”-, los sueldos de los arlequinados y los de los laicos, expertos en lunas,
y los de los consejeros altamente especializados, más ujieres, más sacristanes,
más exorcistas, más... “es todavía mucha gente”.
Los cepillos vaticanos no se llenan y el Óbolo de San Pedro vacila.
Menos mal que el pluriempleado Espíritu Santo no cobra en Euros.
La WIFI, negocio del Espíritu, está siempre ON y ni el pecado, ni la idolatría,
ni la estupidez humana la pueden hacer caer.
Sólo Él, -”es todavía mucha gente”- mucha burocracia, el camello está
sobrecargado-, nos garantiza la permanencia.
“El problema es que la Religión se ha convertido en “religión”: institución,
dogma, ritual.
Dejó de ser evento.
Su aceptación no implica ni riesgo ni esfuerzo”.
Lo confieso, la marea roja, renacentista, principesca, cardenalicia, vieja... me
enferma por antievangélica, por su mundanidad, por su teatralidad, por ser
innecesaria... por tantas cosas.
Rezamos por los Obispos, los Presbíteros, los Diáconos, por el pueblo de Dios,
los cardenales inesenciales y superfluos pertenecen a la leyenda, burocracia más
mundana que sagrada.
¿Y la Curia romana? “Aquí se requiere la sabiduría.
El que tenga inteligencia, cuente la cifra de la Bestia, pues es cifra humana.