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Bienvenido 2025

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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¿
Se puede saludar el Año Nuevo sin hacer Propósitos Nuevos?

Me muero de ganas de tirar el Calendario del 2024 y estrenar el del 2025.

Puedo tirar el Calendario, no puedo quitarme años, pero sí puedo, y ustedes también, elegir un Propósito Nuevo, posible, evaluable y además confesar y cumplir la penitencia en caso de incumplimiento.

Una señora, muy mayor, que por razones familiares visita nuestra iglesia sólo por estas fechas, me oyó decir que la gente, a principios de Año, en sus New Year’s Resolutions, sólo hace Propósitos materiales: dejar de fumar, perder peso, visitar el gimnasio, dejar de visitar páginas porno, decir siempre “por favor y gracias”, no decir palabrotas, ser puntual a las citas, la misa incluida… una larga letanía de Propósitos que duran dos semanas.

¿Los cristianos, para ahuyentar el infarto del alma, no tienen que hacer Propósitos espirituales para estar en forma?

Esta señora, muy mayor, además de comprometerse a la Misa Dominical, decidió leer la Biblia de la A a la Z. Sin esfuerzo y con gozo, me dijo, Propósito cumplido. Amén.

Mi Propósito para el 2025 se llama: Ayuno Dominical. Ayuno de todo tipo de pantallas.

“Mientras trabajamos y producimos no estamos con los dioses ni somos nosotros divinos. Los dioses no producen ni trabajan”.

“Visit people, not web-sites” dice mi rabino.

No soy tan importante ni tan necesario como para tener que mirar cada cinco minutos la pantalla del ordenador o del móvil.

El domingo, día de pagar diezmos y primicias, tengo que pagar a Dios el diezmo de ese regalo tan caro y tan maravilloso que se llama tiempo.

Domingo, día de descanso, día de tirar el yugo de las “armas de distracción masiva” y de uncirse al que es siempre importante, el Señor.

María, José y los católicos dominicales: ¿No sabéis que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?, leo en el evangelio de Lucas.

Tres días hablando con el Padre y del Padre con los funcionarios de la casa donde su nombre habita. Jesús entró en el Templo como hijo de José y de María y salió como hijo de Dios. Ayuno de las piadosidades de la caravana folklórica para centrarse en lo esencial.

“Sí, hoy nos afanamos en exhibirnos en las redes sociales, en Facebook. Nos hacemos visibles, nos exponemos como si fuéramos mercancía”.

Existo, miradme, clientes aburridos. La gente no vende nada, se vende a sí misma. Yo soy, enteraos, la única mercancía digna de consumirse.

Los esclavos de las pantallas hemos perdido el sentido del domingo, de lo sagrado y de lo santo, el descanso lo hemos convertido en tiempo profano y lo llenamos consumiendo web-sites y vaciando la papelera del inbox y del omnipresente e impertinente wasap.

Los que visitan y deambulan por el Mall, orgía dominical, se hartan de comprar y de comer, pero los solteros y los frailes en sus cubículos, las opciones son pocas, comen con los ojos lo que sin pedirlo, gratis les es servido.

Liberado de la esclavitud de las pantallas, dosis necesaria de aburrimiento, invertiré mi riqueza, mi tiempo, en la lectura sosegada de mis libros inacabados, siempre por leer y re-leer: The Jewish Study Bible y The Guide for the Perplexed, en visitar y conversar con la familia y los amigos y last but not least me ocuparé de las “cosas de mi Padre”.