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“Hoy
dista mucho de ayer.
Ayer es Nunca jamás. A. Machado
Jesús,
el de Belén, el de Nazaret, el de la Historia, pertenece a un ayer tan distante
que su recuerdo, pura leyenda, olvidado y borroso, es una fina voluta de humo y
Jesucristo, el de la fe, es poco invocado y nada creído.
En esas
entrevistas sin sustancia, los periodistas preguntan, a veces, a los
entrevistados, ¿quién es el personaje histórico que usted más admira y cree que
sería necesario que volviera?
Vivimos
hoy tan en la superficie que sólo conocemos los nombres de artistas,
futbolistas, cantantes y celebridades del planeta de la banalidad, citar un
filósofo es para nota y citar un gran científico es para matrícula.
Como no
esperamos un Salvador a nadie se le ocurre nombrar a Jesús de Nazaret y como
sólo tenemos un planeta, hoy sólo tenemos un problema, el cambio climático, y
tenemos a Greta, la de la cara avinagrada, para recordárnoslo.
Ayer
cantábamos con John Lennon: “Imagine the brotherhood of man. Imagine all the
people sharing all the world”.
El
sueño de John Lennon, eutopía siempre pendiente, como tantos otros sueños
divinos y humanos, se ha quedado en una hermosa e inspiradora canción.
Para
olvidarnos del Planeta y de su cáncer y de la Brotherhood of man y de la
Salvación tenemos LAS NAVIDADES, tiempo de compras, de ajetreo y de envío de
felicitaciones sin sustancia y sin alma, firmadas por Hormisoria o por la
Institución X.
Qué asco me
dan esos esqueletos metálicos, disfrazados de Árboles, que por la noche visten
con bombillas de colores y los convierten en semáforos y les dedican sermones y
villancicos.
No, no, el árbol que ardía sin consumirse era otra cosa, era una teofanía, ardía
y sigue ardiendo y no hay quien lo apague.
En LAS
NAVIDADES, paisaje exterior, todo en abundancia, todos presentes, sólo está
ausente el protagonista, Jesús el de Belén.
¿Y si
acabáramos de una puñetera vez con los decorados de plástico y celofán, con la
sonrisa postiza y la alegría por imposición y con los ateos celebrando una
fiesta que no necesitan ni merecen?
¿Y si
acabáramos con LAS NAVIDADES tal como las conocemos y vivimos?
El
Evangelista Mateo, el inventor de La Navidad, en el capítulo 7, versículo 6, nos
pide que acabemos con LAS NAVIDADES.
“No
deis lo santo a los perros, no les echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea
que las pisoteen con sus patas y después se vuelvan para destrozaros”.
LAS
NAVIDADES, las que celebran los perros, son un paisaje exterior, invento humano,
como dice el profeta “parir viento”. Llenarse de todo para quedarse vacío. Son
pura contaminación, globalizadas, a pesar de carecer de contenido, parece que no
quieren irse.
Dejemos
LAS NAVIDADES a los que necesitan llenar el vacío existencial con perlas
artificiales y baratas y con los balidos de un rebaño perdido y hambriento bajo
el sol.
A
nosotros nos toca regalar mascarillas anti-NAVIDADES para que los creyentes no
se contaminen y celebren LA NAVIDAD, la del Señor, la del Salvador.
NAVIDAD,
paisaje interior, epifanía del corazón, regalo de Dios, “tanto amó Dios al mundo
que nos entregó a su Hijo”...
NAVIDAD,
día en que, agradecidos, aceptamos el misterio de un niño y nos comprometemos a
compartirlo con los demás.
Cuando
un niño nace en la familia lo primero que hacemos es buscarle un parecido, se
parece a…
El Hijo
de Dios, mi hermano, se parece mucho a mí, se parece mucho a todos los seres
humanos.
NAVIDAD
no es acoger un extraño, un extranjero, es acoger a alguien que se parece mucho
a todos nosotros.
Todos hijos en el Hijo, todos
imagen de Dios, todos hermanados en la única NAVIDAD, the true Brotherhood of
man. VIVA LA NAVIDAD.
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