A MÁS RELIGIÓN, MÁS PERSECUCIÓN

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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El mundo se globaliza, pero no se homogeiniza. Los habitantes del planeta tierra dicen ser cada día más religiosos y sin embargo son más intolerantes en sus gestos y en sus palabras.

En el metro de Nueva York, invocando el derecho de expresión, viven la guerra de los carteles.

“En cualquier guerra entre el hombre civilizado y el salvaje defiende al hombre civilizado”.

Ayuda a Israel/Derrota la Jihad.

Los musulmanes y los ciudadanos sensatos han respondido a los energúmenos, cuyo oficio es hostigar a los otros, con eslóganes civilizados.

“En Nueva York hablamos 140 lenguas y el odio no es una de ellas”.

El Think tank, The Pew Forum on Religion & Public Life, en su estudio titulado “Ola creciente de restricciones a la religión” ha investigado durante tres años cómo los gobiernos y las sociedades vulneran las creencias y las prácticas religiosas.

Este complejo y minucioso estudio de 197 países mide los obstáculos que encuentran las personas para expresar su fe y para practicar su religión.

El primer indicador contemplado en el estudio es el de las  restricciones impuestas por los gobiernos: prohibir abrir templos, prohibir las conversiones, limitar la predicación, favorecer una religión y marginar las otras...

Los países que prohíben la blasfemia, la apostasía o la difamación de la religión oficial tienen un nivel alto o muy alto de intolerancia e imponen muchísimas restricciones a las otras religiones.

En 2007, 10 países tenían un alto nivel, hoy, son 18 los países y sorprende que Rusia y Bielorrusia estén tan contaminados. 37% de las naciones del mundo tienen un nivel alto o muy alto de restricciones a la religión, en 12 meses la ola ha subido 6 puntos.

El segundo indicador estudia el hostigamiento social. Los gobiernos tienen el poder de la ley y de la fuerza, pero las masas guiadas por el fanatismo, el miedo a la diferencia, un celo exterminador, son las que ejercen la violencia sectaria, las que incendian los lugares de culto, las que matan, las que discriminan en el trabajo, las que asaltan verbalmente a los que profesan otra fe.

Nakoula, en un arrebato apocalíptico, nos retrata en “La inocencia de los musulmanes” a Mahoma como mujeriego, fraude religioso y abusador de niños. Su atrevimiento lo ha llevado a la cárcel después  de hacer rugir a las masas del mundo islámico.

“En occidente, aficionados a lo político correcto, los iconoclastas pueden terminar en la cárcel o ser catapultados al estrellato. Búrlate de Mahoma  y la policía estará llamando a tu puerta. Búrlate de Jesucristo y puedes conseguir un Oscar, una beca, o un contrato para un libro”, escribe George Neumayer.

Cierto, los cristianos aceptamos con resignación que nuestra fe y nuestros símbolos sean ridiculizados. Nosotros no matamos, no quemamos Coranes, no nos manifestamos, sólo pedimos el mismo respeto de sus masas y de sus gobiernos.

Manuel Valls, ministro del interior de Francia, en la misma semana asistió en la catedral de Troyes a una beatificación, celebró con los judíos su Año Nuevo en la sinagoga de la Victoire y se hizo presente en la inauguración de la mezquita de Estrasburgo y con toda solemnidad arengó a los asistentes: “Para ser franceses, para vivir en Francia, nadie tiene que renunciar a la práctica de su fe o renegar de sus orígenes”.

Los cristianos, según el estudio, sufren restricciones por parte de los gobiernos o el hostigamiento de las masas en 111 países. Es la religión más perseguida, la que sufre más restricciones.

Tres cuartas partes de la población del mundo, 2.5 billones de personas, viven en países con un alto o muy alto nivel de restricciones religiosas. Una brutalidad. Sí, a más religión, más persecución

Países que tenían un bajo nivel como Suiza lo ha subido con la prohibición de la construcción de nuevos minaretes.   Estados  Unidos también ha subido un punto en esta escala de intolerancia.

Los americanos se oponen a la construcción de 53 mezquitas en diferentes ciudades del país.

Las razones que dan los ciudadanos son el miedo al Islam, la sharia y el terrorismo.

La guerra religiosa no sólo se predica contra los infieles, se declara también a los miembros de la misma  religión.

Los obispos alemanes han declarado la guerra a los católicos que se niegan a pagar el impuesto religioso que pagan también los protestantes y los judíos.

Unos 3 millones han dejado de pagar este impuesto. No porque hayan dejado de creer sino para expresar su desacuerdo con las acciones de la Iglesia.

Los obispos les han lanzado una excomunión light. No podrán recibir los sacramentos ni ser padrinos ni trabajar en las instituciones de la Iglesia ni ser enterrados en la iglesia.

La corte suprema del país da la razón a los obispos que podrán expulsar legalmente del culto a los rebeldes.