HOMILÍA DOMINICAL - CICLO B

  Sexto Domingo de Pascua

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio ...

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 Escritura:

Hechos de los Apóstoles 10, 25-26.34-35.44-48;
1Juan 4, 7-10; Juan 15, 9-17

EVANGELIO


.En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.

Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.

De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.

HOMILÍA 1

Érase una vez un zapatero ya muy anciano y muy cansado. Deseaba morir para ir con el Señor y deseaba también que el Señor lo visitara en su tienda.

Un día mientras rezaba oyó una voz que le dijo: Mañana iré a tu tienda. Se puso a trabajar más feliz que nunca pero no pasó nada especial.

Al rato entró una señora quejándose de unos niños que la insultaban y le robaban parte de la compra. El zapatero habló con ellos y prometieron no hacerlo más.

Más tarde entró un forastero preguntando por una dirección y lo acompañó hasta el lugar indicado.

Luego entró una niña que tenía el padre enfermo y juntos se fueron en busca de un médico para que lo visitara.

Poco antes de cerrar la tienda llegó un mendigo que quería comer y lo llevó a la Carreta y le pagó la cena.

Cerró su tienda y se dijo, el Señor no ha venido a verme. Ya en casa y antes de acostarse oró diciendo: Señor, he estado muy ocupado, hoy, espero no hayas venido a visitarme mientras estaba fuera.

Y una voz dijo: "Vine a visitarte en cada persona que ayudaste. Sé que disfrutaste con mi presencia. Estoy muy contento del buen trato que me diste".

La palabra de Dios no sólo nos dice quién es el Señor sino quiénes somos nosotros y cuál es nuestra relación con él y con los hermanos.

Yo soy el buen Pastor y doy mi vida por mis ovejas; por vosotros.

Yo soy la vid verdadera, si no permanecen en mi no pueden dar fruto.

Hoy, el Señor nos dice: "Ya no os llamo siervos, a vosotros os llamo amigos".

Jesús es el amigo de la infancia, de la juventud y de siempre. Jesús es el amigo que viene a contarnos su gran secreto. Y el secreto que nos confía Jesús no es para ser guardado sino para ser publicado a los cuatro vientos. El secreto de Jesús es el más importante para nuestra vida.

Déjame que te diga un secreto: tú tienes un enamorado.

¿Yo, un enamorado? Si soy un niño.

¿Yo, un enamorado? Si soy casada.

¿Yo, un enamorado? Si soy un cura.

¿Yo, un enamorado? ¡Qué más quisiera yo!

"A vosotros os he dado a conocer a mi Padre. Y mi Padre es Amor". "Permaneced en mi Amor".

Este es el enamorado que todos tenemos: Dios Padre.

Este Padre nos dio a su hijo para decirnos su amor y para demostrarlo con la prueba de la sangre. "No hay amor más grande que el de dar la vida por los amigos".

Este es el amor grande y apasionado de nuestro amigo Jesús: murió por amor y sigue vivo y resucitado para seguir amándonos.

Dice un escritor que el enamoramiento es cuestión de atención. Uno fija su atención en un detalle de una persona: una peca, unas pestañas grandes, una oreja redondita, unos ojos verdes… vosotros sabéis mucho más que yo de eso, y surge el flechazo. Y nuestra atención queda grabada en ese puntito insignificante para siempre.¿Y en qué detalles se ha fijado Dios para enamorarse de mi?

No en tu estatura, ni en tu color, ni en tus pecas, ni en tus ojos…

Dios se ha fijado en tu corazón, que Él hizo para amarle a El y a los hermanos.

Dios es amor y eres amado por Dios.

Dios es amor y te ha escogido a ti, aunque no le hayas respondido aún.

Este es el secreto de Dios, de Jesús, de su palabra. Secreto contado a los cuatro vientos en todas las iglesias del mundo.

"Permaneced en mi amor. Amad como yo os amo".

El egoísmo, la pasión, el instinto, la soledad, la carne nos llevan muchas veces a hacer el amor como los animales. "Amad como yo os he amado". Entregando la vida por los demás.

Un joven misionero predicando a los indios les dijo que Dios era amor.

Cuando terminó de hablar el jefe de la tribu le preguntó: ¿Cuándo habló del gran Espíritu le llamó Padre? Sí, dijo el misionero.

Esto es nuevo y muy hermoso para mí, dijo el jefe. Nosotros nunca llamamos al gran Espíritu Padre. Nosotros lo oímos en el trueno, en el relámpago, en la tormenta y sentimos mucho, mucho miedo. Cuando usted lo llama nuestro Padre suena muy bien a nuestros oídos.

Misionero, ¿dijo usted que el gran Espíritu es su Padre? Sí, le contestó.

¿Y dijo también que es el Padre de los indios? Sí, le contestó.

Entonces, exclamó el viejo jefe, como quien despierta a una gran alegría, entonces usted y yo somos hermanos.

Y este es también el secreto de Jesús: vosotros sois hermanos.

Hermanos porque la sangre de Dios corre por las venas de todos nosotros, sus hijos.

Hermanos porque el Espíritu Santo nos ha llenado a todos con el mismo amor de Dios.

Hermanos porque sólo hay un Padre de todos, Dios.

Y más hermanos cuando cumplimos la palabra de Dios que nos manda: "esto es lo que os mando: que os améis los unos a los otros".

Secreto que no tenemos que guardar para nosotros. Corran la voz.

 

 

HOMILÍA 2

A TODOS

Cuenta John Jewell que su médico, un judío, se divierte haciendo bromas sobre sus respectivas religiones. En una de sus visitas le preguntó: ¿Sabe cuál es el pecado imperdonable?

Según algunas interpretaciones, le dijo, es la blasfemia contra el Espíritu Santo.

No. El pecado imperdonable es amar a  todos.

Eso no me parece un pecado, le contestó John.

Lo es, insistió. Si un judío ama a un árabe, para muchos judíos eso es imperdonable, si un comunista ama a un capitalista es imperdonable… No, en la mayoría de los sitios y para la mayoría de las personas no está bien visto ni es aceptable amar a todos.

Cuando miramos a nuestro alrededor o cuando nos miramos a nosotros mismos comprobamos que el médico judío no está muy lejos de la verdad.

“Dios no hace distinción de personas” hemos proclamado en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Y Pablo en la carta a los Gálatas nos dice que ya no hay distinción entre judío y árabe, entre libres y esclavos, entre ricos y pobres, entre hombres y mujeres porque todos somos hijos amados de Dios.

Sólo Dios ama a todos. Nosotros, los hombres, nunca abrazaremos con alegría y convicción el mandamiento de Jesús “amaos como yo os he amado”. Cuando Jesús extendió los brazos en la cruz quiso abrazar a todos, incluidos sus enemigos.

Es fácil amar a los miembros de la familia, a los que se confiesan cristianos, a los que vienen a la misa de doce, a los que nos caen bien y hablan bien de nosotros, pero amar a los otros, a los enemigos, supera nuestras fuerzas.

Ser de Jesús es mucho más que seguir y obedecer unas normas, es estar conectado vialmente, existencialmente con Jesús.

Ser de Jesús es mucho más que obedecer por miedo unos mandamientos de mi religión. Sólo desde la certeza de que Jesús me ama puedo obedecer.

La religión, para muchos, es mera obediencia a unos mandamientos no siempre importantes. La amistad de Jesús es un ser nuevo. Lo que hace Jesús en mí es lo que me permite amar “como yo os he amado”.

“A vosotros os llamo amigos”. “Soy yo quien os he elegido”.

Después de Pascua dejamos de ser admiradores y seguidores de Jesús para ser simplemente sus amigos.

Los amantes van y vienen, pero los amigos permanecen. La amistad, gracia, regalo no merecido, al no buscar nada ni ser interesada, está llamada a perdurar y ser fuente de alegrías.

Los Quákeros se definen no como la iglesia de…sino como Sociedad de amigos.

Jesús que nos ha elegido, que ha dado su vida por amor, nos quiere siempre alegres y quiere que estemos conectados con él, manantial de agua viva que salta hasta la  vida eterna.

Tenemos que salir de la iglesia habiendo escuchado la buena noticia: eres amado por Dios, somos todos amados por Dios.

Un monje andariego se encontró, en uno de sus viajes, una piedra preciosa y la guardó entre sus cosas. Un día se encontró con un viajero y al abrir el bolso para compartir sus provisiones, el viajero vio la joya y se la pidió. El monje se la dio sin más. El viajero se alejó contento con el regalo que le podía solucionar todos sus problemas. Sin embargo, días más tarde fue en busca del monje y cuando lo encontró le devolvió la piedra preciosa y le dijo: quiero que me des algo más valioso que esta piedra y que todas las joyas. Dame, por favor, lo que te permitió dármela a mí.