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HOMILÍA DOMINICAL - CICLO B Cuarto Domingo de Pascua P. Félix Jiménez Tutor, escolapio ... |
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EVANGELIO En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos: -Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da la vida por las ovejas, el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido del Padre.
HOMILÍA 1 Érase una vez un joven príncipe que quería contratar soldados para que le protegieran de su peor enemigo, la muerte. Y éstos le dijeron: Príncipe, no hay protección posible contra la muerte. Entonces contrataré a un amigo para que muera por mi. Y le dijeron: Príncipe, no hay trato posible con la muerte. Finalmente dijo quiero que me vistan con mis mejores galas para distinguirme de los campesinos y de la demás gente. Y le dijeron: Príncipe, la muerte borra todas las diferencias. El Príncipe, con tristeza, les contestó: entonces de nada sirve ser Príncipe si no se tiene poder sobre la muerte. Sólo hay un Príncipe que tiene poder para dar su vida y recuperarla: Cristo Jesús. "Sépanlo todos ustedes por el nombre de Jesucristo a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre este hombre está de pie y sano ante ustedes". Jesucristo, vencedor de la muerte y resucitado por el amor de Dios, es el amigo que muere por nosotros para que la chispa de vida que hay en nosotros siga viva aún después de la muerte. Los hombres hacen operaciones, trasplantes e incluso milagros, pero el único milagro el de la resurrección y de la vida para siempre es obra de Dios, de su amor. Nosotros somos ese príncipe que busca burlar la muerte y hemos encontrado el antídoto contra la muerte en el único Nombre que salva, en Jesucristo el Señor, y en el amor eterno de Dios Padre. Pascua es tiempo de aleluyas y de alegría porque es tiempo de vida nueva y resucitada. Jesús es el buen Pastor. Y el buen Pastor da la vida por sus ovejas. El asalariado huye ante el lobo y abandona a las ovejas que no son suyas. Si yo soy dueño de una casa la cuido y la defiendo y la mantengo limpia. Si yo tengo un negocio le dedico tiempo porque es mi vida y la de mi familia. Si yo tengo un hijo es mi preocupación 24 horas al día. Pero la babysitter, el empleado, la home attendant hacen sus horas, cobran su sueldo y si la casa está sucia, si el negocio se hunde o el niño se muere, allá el dueño, allá el negocio, allá el niño. Jesús es el buen Pastor 24 horas, 365 días. Y nosotros, los bautizados, somos sus ovejas. Y lo somos siempre. Cuando somos buenos y cuando somos unos haraganes. El buen Pastor dio la vida y la da cada día por nosotros.. Dice un escritor que cuando Jesús moría en la cruz se le acercó la serpiente y le susurró al oído: Jesús mira a la gente, míralos. No merece la pena que sufras tanto por esas ovejas desagradecidas. Mándalas a todas al infierno. Y Jesús contestó a la serpiente: "Prefiero morir a dejar de amarlas." El buen Pastor da su vida por sus ovejas. Dios le encomendó una misión y prefirió morir a dejar de amar, amarnos, amarte, a ti oveja negra de su rebaño. Somos suyos, somos hechos a imagen de Dios, y Jesús no quiere que nadie se pierda. Por eso nunca dejará de amarte. No dudes nunca, nunca, de su amor. No te preguntes, quién soy yo para que Jesús me ame. Yo, un don nadie. Sí, a ti, oveja de su rebaño, a ti te ama y dio su vida por ti. Y la dio libremente. Con su muerte Jesús establece la diferencia entre el buen pastor y los pastores asalariados. Los que hablan de Jesús. Los que se hacen ricos y famosos a costa de Jesús y los que toman en vano su nombre. El buen Pastor ama y da su vida. Mis ovejas conocen mi voz. La voz del amor, de la sangre derramada, la voz del Espíritu. Pastor y rebaño llamados a vivir una nueva intimidad, llamados a amar pero ahora con poder, con un poder que sana y resucita. Cuando reconoces que eres del Señor, tienes libertad para ser pastor de los hermanos. "Tengo ovejas que son de otro corral".
HOMILÍA 2 EL PASTOR Y LOS PASTORES La televisión es mi pastor nada me falta, Me tumba plácidamente en el sofá, Me conduce lejos de la fe Y destruye mi alma. Me conduce por los senderos del sexo y de la violencia con sus anuncios Y aunque camine en la oscuridad de las exigencias cristianas No habrá interrupciones porque la televisión está siempre conmigo. Me sirve sus comerciales en medio de mi mundanidad Unge mi cabeza con el humanismo secular y el consumismo Y mi avaricia rebosa. La ignorancia y la pereza me acompañan a lo largo de mis días Y habitaré en la casa de la desdicha por años sin término. En este tiempo de Pascua de Resurrección tenemos que olvidarnos de lo que queda atrás y mirar al futuro, Dios es futureidad, tenemos que olvidarnos de lo que hacemos y centrarnos en lo que Dios hace por nosotros, tenemos que olvidarnos de lo que hemos sido y celebrar lo que seremos, seres vivos y resucitados por el amor de Dios. Yo soy la resurrección y la vida. Yo soy la luz. Yo soy el camino. Yo soy el pan de vida… El evangelio de Juan define a Jesús con estos Yo soy que nos remiten al Éxodo, a la zarza ardiendo de Moisés. Hoy, en este evangelio que hemos proclamado, Jesús se define como “Yo soy el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, que conozco a mis ovejas y las mías me conocen”. Jesús es el Buen Pastor porque nos conoce, nos ama, nos cuida, nos guía y siente lástima de los que andan como ovejas sin pastor. Si Jesús se define como el Buen Pastor es porque hay malos pastores. Los contratados, los funcionarios, todos aquellos para quienes el rebaño del único Pastor no lo consideran suyo y ejercen su ministerio más como un modus vivendi que como servicio al rebaño de Jesús. Ezequiel en el capítulo 34 condena furibundamente a los pastores de Israel. El pastor, metáfora oriental, ejercía el liderazgo del pueblo. Dios promete establecer en el futuro un Pastor de la casa de Israel que será príncipe entre los pueblos. “Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos. ¿No debéis los pastores apacentar el rebaño? Yo suscitaré un solo Pastor que las guíe y apaciente: a mi siervo David” Sólo hay un Buen Pastor, Jesucristo. Nosotros, los curas, pastores de la comunidad, ustedes, los padres de familia, pastores de sus hijos, estamos llenos de defectos, faltos de visión y de la entrega generosa en el servicio. Por eso la Palabra de Dios nos invita a mirar, escuchar e imitar al Buen Pastor. En este mundo lleno de ruidos y de voces, de opiniones e interpretaciones de lo divino y de lo humano, ¿cómo distinguir la voz del Buen Pastor de la voz de los pastores? Cuentan que un pastor fue arrestado por haber robado una oveja. Él juraba que era inocente, que la oveja era suya y que hacía días que la había echado en falta. Cuando el caso fue llevado ante juez, éste perplejo, no sabía cómo resolver el caso. Finalmente decidió que trajeran la oveja a la sala y mandó al acusador que saliera de la sala y llamara a su oveja. La oveja no respondió a su voz, sólo levantaba la cabeza asustada. El juez mandó luego salir al acusado y cuando éste comenzó a hacer su llamada habitual la oveja saltó y corrió hacia la puerta. Estaba claro que la oveja conocía la voz de su dueño. Su oveja, dijo el juez, lo conoce. Con sabiduría salomónica declaró el caso cerrado. ¿Conocemos la voz de nuestro Pastor? ¿La distinguimos de las múltiples voces que solicitan nuestra atención? Jesús es el Buen Pastor y es también la puerta del redil, puerta para entrar y salir porque Jesús no nos ata, nos deja y nos quiere libres. Jesús nos invita a salir de Egipto, tierra de la esclavitud y de la muerte y nos invita a entrar en la tierra prometida, tierra del perdón y de la vida, puerta de la Resurrección “y habitaré en la casa del Señor por años sin término”. Nosotros, los aquí reunidos, aceptamos a Jesús como nuestro único Buen Pastor, venimos a la iglesia a escuchar su voz para poderla distinguir de las otras voces, para que nuestro yo egoísta e idólatra no tape la voz de Jesús y para que las maravillosas seducciones del mundo no eclipsen la voluntad de Dios. Escuchar a alguien es signo de amor. Jesús tiene otras ovejas que no son parte de su rebaño. Cada día son más en nuestro país, en nuestras familias, las personas que salieron por la puerta del redil en busca de otros pastores. No nos toca a nosotros anatematizar, juzgar y excluir. Sólo Jesús es juez y nos llama a abrir la puerta de su redil a todos. Las iglesias atrincheradas en sus reductos tienen que superar sus seguridades, renunciar al monopolio de la verdad y ser puertas abiertas a todos. Tal vez Dios sea la oveja perdida que nosotros hemos echado fuera y tenemos que buscar para ser verdadera iglesia de Jesús. “Debemos estar absolutamente vinculados con lo absoluto y sólo relativamente vinculados con lo relativo” dice Kierkegaard.
HOMILÍA 3
Estaban unos bomberos apagando un fuego en el
bosque cuando uno de ellos encontró un pájaro carbonizado en su nido.
!Qué raro!, pensó. ¿Por qué no escapó del fuego? ¿Por qué no echó a
volar?
HOMILÍA 4
JOHN 3: 16
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