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“Digo
libremente mi opinión sobre cualquier cosa, y aun sobre aquello que supera mi
capacidad y que de ninguna manera considero de mi jurisdicción”. Montaigne
Los santos son una distracción mortal, afirmación herética a los oídos de muchos
frailes y de muchos católicos, consumidores de romerías, novenas y devociones
tradicionales.
La celebración litúrgica de cada día me confirma que esta afirmación no es sólo
un afortunado aforismo, es la esencia de la vida espiritual de muchos católicos.
¿Qué nos quedaría si elimináramos el santoral o disminuyéramos su excesivo
protagonismo?
Ayer oí comentar a un religioso, ojos cerrados y suspiros profundos: “X fue
ordenado por dos santos. ¡Qué suerte! “
Algunas homilías son aburridas lecturas de la Wikipedia. Sólo a Google se le
exigir conocer la vida de San Abundio de Como.
Las biografías de los santos son, siempre han sido, los libros de autoayuda del
pueblo cristiano.
Invitación a ser santos como San Saturio, San…. NO a ser santos como Dios quiere
que seamos cada uno de sus hijos.
La Palabra de Dios que proclamamos en cada eucaristía es el centimillo litúrgico
que no nos agachamos a coger. Lo que para unos es un inesencial de la fe, para
otros es lo esencial.
70 años tuvo que reinar Isabel II para declararla la “última reina cristiana”,
Reina de las Reinas y demás títulos nobiliarios para decorar su epitafio.
33 DÍAS
Luciani Albino, durante años, oscuro Obispo de Vittorio Veneto, más tarde
Patriarca de Venecia, y un buen día, El Espíritu Santo, siempre sorprendente, lo
eligió Papa.
33 DÍAS de Papa, una sonrisa, una taza de café, un suspiro, un milagro
innecesario, un certificado de buena conducta, un sponsor poderoso, una carta al
Rey David, otra a Mark Twain, otra a Charles Dickens… et voilà, un Beato, Juan
Pablo I, con derecho a culto litúrgico.
Me pregunto, ¿si Luciani Albino hubiera muerto con el título de Obispo de
Vittorio Venetto se acordaría alguien de él?
33 DÍAS han bastado para que consiguiera el Diploma que inicia el proceso hacia
la Graduación Final.
Los Obispos de Osma-Soria, grandes hombres, mueren y son olvidados como los que
no han nacido y nadie los recuerda. Ni lo necesitan.
Cómo me gusta la anáfora II que reza, “ten misericordia de todos nosotros y así
con María…y todos los hombres y mujeres que a través de los tiempos han vivido
en Tu AMISTAD merezcamos”...
Vivimos tiempos dando culto a lo efímero, al instante, “al hombre, corto de días
y harto de inquietudes”, lamento de Job.
La omnipantalla nos vigila y nos persigue.
La Iglesia, inmersa en este tiempo de hiperindividualismo, cree necesario
engordar la lista de los Beatos: Beato Juan Pablo I, el Papa de los 33 DÍAS,
Carlo Acutis, el joven de la sudadera y de las deportivas Nike, pronto Ignacio
Echeverría, el héroe del patinete…
Mi feligresa María Ramos, esa sí que vivió en la Amistad de Dios toda su vida,
se quedará sin el merecido e innecesario Diploma.
Francisco, te admiro y te quiero. Yo sé que firmar Diplomas no cuesta nada, pero
sé que el Postulador y los tribunales diocesanos y pontificios y todas las
pendejadas burocráticas cuestan un riñón a los buscadores de Títulos.
No permitas, por favor, que algunos se arruinen por buscar lo que no necesitan.
Muchas gracias.
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