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HOMILÍA DOMINICAL - CICLO C Vigésimo quinto DOMINGO P. Félix Jiménez Tutor, escolapio |
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EVANGELIO En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: -¿Qué es lo que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido. El administrador se puso a echar sus cálculos: -¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa. Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: -¿Cuánto debes a mi amo? Éste respondió: -Cien barriles de aceite. Él le dijo: -Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe "cincuenta". Luego dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Él contestó: Cien fanegas de trigo. Le dijo: -Aquí está tu recibo; escribe "ochenta". Y el amo felicitó al administrador injusto por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, lo vuestro, ¿quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos: porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.
HOMILÍA 1 Érase una vez un hombre de negocios, un americano de vacaciones en un pueblecito de la costa mejicana. Un día contempló a un mejicano en su barquita que volvía de pescar unos grandes peces. -Felicidades. Hermosos peces. ¿Cuánto tiempo le costó pescarlos? -El mejicano le dijo: sólo un ratito. -¿Y por qué no le dedica más tiempo y así pesca muchos? -Oh, no, con esto tengo más que suficiente para mi familia. -¿Y qué hace el resto del tiempo cuando no sale a pescar? -Me levanto tarde, pesco un rato, juego con mis hijos, hago la siesta, paseo por el pueblo, toco la guitarra con mis amigos…como ve tengo mi vida bien llena. -Escuche, yo soy un graduado de Harvard y le puedo ayudar a mejorar su negocio. Tiene que dedicar más tiempo a la pesca. Así podrá comprar un barco más grande, pescará más y podrá comprar más barcos. Después podrá tener su propia empresa. Por supuesto tendría que dejar su pueblo y trasladarse a México DF y luego a Nueva York para dirigir su gran empresa. -Pero señor, ¿cuánto tiempo llevará todo eso? -De 15 a 20 años. -¿Y después qué? -El americano sonriendo le dijo, después viene lo mejor. Una vez consolidada su empresa la vende y se hace millonario. -¿Y después qué? -Después, le dijo el graduado de Harvard, usted se retira, vuelve a un pueblo de la costa, se levanta tarde, pesca un ratito, juega con sus nietos, hace la siesta con su esposa, pasea por el pueblo y toca la guitarra con sus amigos. -El mejicano le contestó, pero, señor, eso mismo es lo que estoy haciendo ahora. En esta historia tenemos dos maneras distintas de enfocar la vida; dos administradores distintos. El americano ve la vida como un negocio: trabajar más, producir más, ampliar más, ser empresario, enriquecerse, ser millonario. Adicción al trabajo por ambición y avaricia. El mejicano ve la vida como un regalo que hay que disfrutar con la familia, con los amigos, con todo el pueblo, con la música y el vino. Trabajar sí, pescar sí, pero para el alimento diario, no para acumular. Jesús nos cuenta, hoy, el cuento del administrador estafador y ladrón. Una vez descubierto le dicen: "Dame cuenta de tu trabajo. Estás despedido". Y este administrador ladrón da su último golpe para asegurar su futuro y hacerse amigos con el dinero mal adquirido. Este administrador es alabado por su astucia, por asegurar su futuro, por la rapidez de reflejos pero también es castigado: pierde la confianza de su señor, sufre la vergüenza del despido, y para siempre queda marcado como ladrón. Jesús está aquí con nosotros y nos llama a todos a la responsabilidad y a rendir cuentas. "¿Qué es lo que dicen de ustedes? Denme cuentas de su administración". Dios, para nosotros los creyentes, es el dueño del cielo y de la tierra, Dios es el único Señor. Todo es suyo. Pero "Dios ha destinado la tierra y todo lo que contiene para uso de todos los hombres". Todos nosotros somos administradores. Los administradores de Dios, de sus cosas, de la vida que nos ha dado, de los bienes recibidos, de la familia… ¿Somos estafadores y ladrones? ¿Somos fieles en las cosas pequeñas? ¿Nos aprovechamos de la bondad del Señor? ¿Somos conscientes de que estamos administrando algo que no es nuestro? ¿Pensamos que todo es nuestro y que no tenemos que dar cuentas a nadie? El Señor te dice hoy dame cuenta de tu administración". Cierto que usted no tiene una gran empresa que administrar ni siquiera una bodega que abrir todos los días, pero tenemos un pequeño sueldo, un cuerpo, unas cualidades intelectuales y espirituales, una familia que cuidar, un alma que salvar y Dios me pedirá cuentas. No podemos malgastar los dones que Dios nos ha dado. A Dios no le gusta el despilfarro, es un insulto a los hermanos que carecen de todo. ¿Qué hizo el administrador ladrón? Rápidamente urgió una estrategia para salvarse y hacerse amigos. A nosotros también el Señor nos invita a la responsabilidad y nos urge a la conversión. Ponga su libro al día. Rápido, el Señor viene, hágase amigo del único que le puede salvar. Sea fiel en las cosas pequeñas:
El dinero es el pequeño negocio de este mundo. Para muchos es el único negocio, el único Dios. El gran ídolo de nuestra sociedad. La salvación de Dios, el amor de Dios es el gran negocio. Todo lo demás es efímero, no da la paz ni la felicidad ni la salvación. ¿A quién serviremos? Dios nos pedirá cuentas de la administración de todos los bienes que hemos recibido.
HOMILÍA 2 EL DIOS DINERO “Antes de afiliarme a la iglesia Metodista estudié la vida de John Wesley, fundador de esta denominación religiosa. John Wesley en su primer año de profesor de la Universidad de Oxford ganaba 30 Libras, un buen sueldo en el año 1700. Para vivir necesitaba 28 Libras, las dos que le sobraban las daba a los pobres. Su sueldo aumentaba cada año, pero sus gastos seguían siendo los mismos, 28 Libras. Así cuando ganaba 60, daba 32. Cuando le subieron el sueldo a 90, daba 62. Cuando ganó 120, 90 eran para los necesitados. Cuando llegó a ganar 1400, se desprendió de 1372. Hizo esto durante toda su vida. Esto me impresionó. He aquí un hombre que vivía su fe. Testimonio de Dorothy Okray. En nuestros días los filántropos Warren Buffet y Bill Gates en su afán por incrementar las donaciones para la caridad predican los mismos principios: “Decidan no lo que pueden dar sino lo que necesitan para vivir y luego den todo lo demás”. Cada loco con su tema y es verdad. Los amantes del fútbol discuten durante la semana las jugadas y los errores del árbitro. Los fans de la música se extasían en los conciertos de sus ídolos y conocen todas sus canciones. Los maestros hablan de los alumnos de la ESO. Los curas, de las colectas. Jesús, según el evangelio de Lucas, tenía obsesión por el tema “dinero”. “Ay de vosotros los ricos”… El joven que no le siguió porque tenía muchas riquezas. Hace dos domingos escuchábamos este aviso de Jesús: “El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”. Hoy nos dice: “No se puede servir a Dios y al dinero. Había un administrador que era ladrón… Sin embargo, Jesús, agradable sorpresa, no habló nunca del sexo, esa debilidad humana e invento de Dios al que ricos y pobres tienen acceso. La Iglesia, a ejemplo de Jesús, debería hablar menos de sexo y más de amor. El dinero es invento si no del diablo, sí de los hombres y sólo lo gozan unos pocos. ¿Qué hacer con el dinero? ¿Qué predicar sobre el dinero en la iglesia? En nuestra sociedad, el dinero es el dios que mueve todos los hilos y anuda todas las relaciones. Hablamos de dinero sucio, de blanquear el dinero, de economía sumergida, de todo por la pasta, de corrupción, los periódicos y los noticieros están llenos de nombres de hombres corruptos, de los que se venden por dinero, de administradores astutos que se enriquecen y aseguran el futuro estafando a los demás. A todos estos servidores públicos que tienen tanto poder y administran los dineros de todos y también a nosotros que, en menor escala, nos vendemos y rezamos al dios dinero, Dios nos preguntará y la sociedad tiene que investigar las riquezas mal adquiridas. “¿Qué es eso que me cuentan de ti?” Para nosotros, los creyentes, Dios es el dueño de toda la creación y todas las riquezas de la tierra que habitamos son patrimonio de la humanidad. Nosotros somos los administradores de esta gran finca, “creced, multiplicaos y dominad la tierra” dijo Dios en el principio. Tiene que haber alimentos para todos. El peligro, tentación real, que corremos es practicar el antievangelio, levantar vallas y muros, excluir a los demás y satisfacer nuestra avaricia. Ser administradores es también una oportunidad para vivir de acuerdo con el evangelio de Jesús. Como Wesley y Bill Gates y tantos hombres buenos, el cristiano calcula lo que necesita para vivir y el resto lo pone al servicio de los que no tienen nada. Jesús nos dice hoy una frase lapidaria que se pega a la memoria y que decimos más para justificarnos y defendernos que para cumplirla. “No podéis servir a Dios y al dinero”. Los matrimonios se divorcian “por incompatibilidad de caracteres”. Dios y el dinero son una pareja imposible por incompatibilidad de caracteres, de sensibilidades, de prioridades, de celos, de rivalidades, de justicia… Jesús nos invita a elegir. Los hombres de hoy, muy a gusto en su piel, en sus negocios, satisfechos con el dinero al que rezan veinte veces al día, al que dedican todo su tiempo y su astucia ya han hecho su elección. Al negocio de la salvación y a su Salvador le dedican poco tiempo y poca astucia. Es un negocio que no interesa, no sale en la televisión luego no puede existir. Y sin embargo es el único negocio que debiera preocuparnos inmensamente. La Iglesia, administradora de muchos bienes materiales, corre también el peligro de acumular, de dejarse seducir y ensuciar por el dinero injusto. Una de las acusaciones de los de afuera y de los de dentro es su inmensa riqueza y la poca transparencia de sus negocios. Sus cuentas son el secreto mejor guardado. La Iglesia más que una oportunidad tiene la obligación de practicar y vivir el evangelio de Jesús, su Señor, de escuchar el clamor de los pobres y de poner todos sus recursos al servicio de los necesitados.
HOMILÍA 3
Los católicos, tanto los que frecuentan
la iglesia como los que nunca van a la asamblea dominical, siempre se
quejan, con razón o sin razón, de lo mismo. La misa y la predicación es
un gran aburrimiento y los curas siempre están pidiendo dinero.
HOMILÍA 4
Senator Huey Long
was campaigning in southern Louisiana and a local politician took him
aside and reminded him he would be speaking to a lot of Catholic
voters.Throughout the day Huey told his audiences how as a boy he would
get up at six o'clock on Sunday mornings , hitch the family horse to the
buggy and take his Catholic grandparents to mass. After he brought them
home, he would turn around and take his Baptist grandparents to church. |