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HOMILÍA DOMINICAL - CICLO C Vigésimo segundo DOMINGO P. Félix Jiménez Tutor, escolapio |
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EVANGELIO Entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo: -Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro, y te dirá: "Cédele el puesto a éste". Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó te diga: "Amigo, sube más arriba". Entonces quedarás muy bien ante los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Y dijo al que lo había invitado: Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, porque corresponderán invitándote y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.
HOMILÍA 1 Cuentan que Christian Herter gobernador de Massachussets, estaba haciendo campaña para su reelección. Un día en que ni había desayunado ni comido acudió a una barbacoa para levantar fondos para la campaña. Se puso en la fila y cuando llegó su turno le sirvieron un trozo de pollo. -Perdone, señora, pero estoy hambriento. -Lo siento, señor, pero sólo se da un trozo por persona. Este señor, habitualmente sencillo y amable, quiso echar todo el peso de su oficio y de su prestigio y le dijo: "Señora, ¿sabe quién soy? Soy el gobernador de este estado". Y ella le contestó: "Señor, ¿sabe quién soy yo? Soy la encargada del pollo. Siga la fila, señor". En las relaciones, en los banquetes y en las invitaciones humanas pasaba en tiempo de Jesús lo que pasa hoy. Todos quieren "buscar los primeros puestos"; sentirse importante, darse a conocer, intercambiar tarjetas de visita para conectarse. Pero lo importante es ser invitado y codearse con la gente importante. El que no es invitado es que no existe socialmente. "Jesús fue a comer a la casa de uno de los fariseos más importantes". Jesús era siempre huésped de los pobres, siempre conectado con los marginados, siempre atado a los débiles, pero ocasionalmente, también los hombres importantes lo querían sentar a su mesa: en la mesa con Mateo, en la mesa con Zaqueo, en la mesa con Simón, y hoy en la mesa con un fariseo importante. Y hoy sábado. Después del servicio en la sinagoga, la alegría de la fiesta en torno a la mesa. Los evangelios no nos dicen el menú de estas comidas. Sí nos dicen siempre el menú de Jesús, su enseñanza, el efecto de su presencia, porque donde Jesús estaba siempre irrumpía la gracia de Dios. Lucas nos dice que Jesús observaba el comportamiento de las personas y "al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos les dio esta lección: -los primeros frente a los últimos, -los que se engrandecen frente a los que se humillan, -los que son servidos frente a los que sirven, -los poderosos frente a los humildes. Jesús, hoy, y en todo el evangelio nos invita a sus hijos a vivir y elegir la difícil virtud de la humildad. La humildad nos coloca en nuestro puesto frente a Dios. La humildad nos hace reconocer a Dios como el único primero, el único santo, el único bueno, el único Señor. La humildad nos recuerda nuestra fragilidad, nuestra caducidad y nuestro fin. La humildad nos hace sentirnos iguales a los hermanos. Nadie es más que nadie. Sólo Dios es más que todos nosotros. En la sociedad puede haber muchas capas sociales. En el mundo de Dios los últimos son los preferidos y los primeros invitados. En el mundo de Dios los únicos excluidos, no somos los pecadores, sino los orgullosos, los que se creen justos, los perfectos, los que nada deben a Dios. El orgullo es la gran barrera que nos separa de Dios. El orgulloso se hace Dios. Una frase que Jesús repite muchas veces en su enseñanza es esta de hoy. "El que se eleva será humillado y el que se humilla será elevado". Jesús, decíamos el domingo pasado no nos manda hacer nada que él no haya hecho primero. Nunca buscó el primer lugar. Jesús siendo de condición divina, Dios, se hizo humano, hombre. Jesús siendo dueño de todo, se hizo esclavo. Jesús siendo el primero se hizo el último, siendo inocente se hizo culpable. Por humillarse Dios lo enalteció, resucitó y le dio un nombre sobre todo nombre y todos proclaman Jesucristo es Señor. En esta comida en casa del fariseo importante, Jesús nos dicta la lección de la humildad y la generosidad, invitar a los que no nos pueden invitar y celebrar con los humildes y pecadores el amor y el perdón de Dios y servir el menú de Jesús. Las comidas humanas. Tiempo de relación, de amistad, de conversar y de gozar. Estar juntos y celebrar la vida familiar y social. Las comidas eucarísticas. Tiempo de estar con Jesús y con los hermanos en la fe. Tiempo de unificar a los hermanos y de crecer y robustecer la fe en Jesucristo, nuestro anfitrión . La comida escatológica. Dios será el primero. Todos seremos iguales. No se parecerá en nada a nuestra manera de hacer y celebrar.
HOMILÍA 2 UN ASIENTO DE PRIMERA En un vuelo de British Airways, una señora blanca y rica se encontró sentada junto a un hombre negro. Ésta llamó a la azafata para exponerle sus quejas y su disgusto. “Me han sentado junto a este negro y no puedo viajar así. Búsqueme otro asiento”. “Cálmese señora”, le dijo la azafata, “el avión está lleno, pero miraré a ver si queda algún asiento libre”. Minutos más tarde, la azafata sonriente volvió con la buena noticia. “Señora, sólo queda un asiento en primera clase”. “Hacer un cambio de asiento es algo extraordinario, pero dadas las circunstancias, el capitán ha concluido que sería una grave desconsideración hacia el pasajero tener que volar junto a una persona tan desagradable”. Y dirigiéndose hacia el hombre negro le dijo: “Señor, recoja sus cosas y sígame, tengo un asiento preparado para usted en primera clase”. El resto de los pasajeros respondió con una fuerte ovación. En algunas iglesias de Nueva York aún se pueden leer los nombres de la gente importante: Cornelius Vanderbilt, el hombre más rico de su tiempo, John Rockefeller, el hombre que desde su primer sueldo hasta el final de su vida siempre dio el diezmo a su iglesia. Éstos compraban su banco en las primeras filas y en su ausencia nadie los ocupaba. Las listas humanas y el protocolo de los hombres no se parecen en nada a las listas de Dios. El primer banco de nuestras iglesias está siempre vacío, excepto el día en que, por razones ajenas al culto, acuden las autoridades civiles y militares que, con mucha solemnidad y todo derecho, ocupan el primer banco. Dios, asombro y alegría, no mide la categoría de las personas por los cargos que ostentamos, por los títulos conseguidos o por la riqueza acumulada. En las iglesias, en torno a la mesa de Jesús, todos somos ilegales, porque todos somos pecadores, todos los bautizados tenemos la misma dignidad porque todos ostentamos el único título de hijos de Dios. Todos somos miembros de la misma familia de Dios. La sociedad de ahí afuera es muy imperfecta. Aquí adentro todos somos importantes pero yo no soy más importante que el que está a mi lado o el que está detrás o delante. Todos participamos de la misma mesa y recibimos al mismo Jesús. Todos invitados como en la parábola: “amigo, sube más arriba”. La cercanía con Dios no es cuestión de lugar ni de geografía, es cercanía que sintoniza con Jesús, el que nos enseña a eliminar barreras y a valorar a todos, especialmente a los más desfavorecidos de la sociedad, los que nadie invita. Los no invitados son los preferidos de Jesús y debieran ser también los nuestros. Los judíos, los primeros invitados a la nueva fiesta inaugurada por Jesús, despreciaban a los extranjeros y no querían que se sentaran junto a ellos ni viajaran con ellos. Jesús, en cuyo nombre nos reunimos, nuestro anfitrión, invita a todos a su mesa, a esta conversación dominical a esta tertulia de amigos entorno a la Palabra de Dios y las historias que Jesús nos cuenta para mostrarnos su corazón e infundirnos su espíritu. Hoy, Jesús, el hombre humilde, nos exige ser humildes. ¿Somos humildes ante Dios? Dios mira con agrado la humildad de sus siervos ¿Se lo ha preguntado alguna vez? No me diga que se sienta en el último banco por humildad. Se sienta ahí por miedo o para salir de la iglesia el primero. Jesús nos exhorta también a ser comunidades de acogida donde nadie se sienta extranjero, desconocido o no querido.
HOMILÍA 3
Every Sunday we
use what is called the lectionary, where the readings run in a three
year cycle. Each Sunday there is an appointed Old Testament reading, a
Psalm, an Epistle, and finally a Gospel reading. The purposes of the
lectionary are important. If you were a good parishioner then over a
three year period you would have the opportunity to hear a good portion
of the Bible read aloud. And something that surprises me very much and I
did not know is that our Episcopal, Presbyterian, Lutheran and Methodist
brothers and sisters all over the world are proclaiming the same texts
and preaching the same message, the same Sunday.
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