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HOMILÍA DOMINICAL - CICLO B Vigésimo primer DOMINGO P. Félix Jiménez Tutor, escolapio ... |
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EVANGELIO En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: -Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede hacerle caso? Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: -¿Esto os hace vacilar?, ¿ y si vierais la Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. Y, con todo, algunos de vosotros no creen. Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: -Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede. Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: -¿También vosotros queréis marcharos? Simón Pedro le contestó: -Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos. Y sabemos que tú eres el Santo, consagrado por Dios.
HOMILÍA 1 Durante la segunda guerra mundial los nazis mataron a un grupo de judíos y los enterraron en una fosa común. Un muchacho de unos doce años estaba todavía vivo y poco a poco logró salir de la tumba poco profunda. Llamó a las puertas del vecindario pero al verlo cubierto de tierra, le cerraron las puertas. Una mujer estaba apunto de hacer lo mismo cuando el muchacho le dijo: "Señora, ¿no me reconoce? Soy ese Jesús que ustedes los cristianos dicen que aman. La mujer empezó a llorar y lo recibió en su casa. En ese momento hizo su mejor decisión por Jesús. Lo encontró llamando a su puerta y le abrió. Un agricultor estaba ya cansado de trabajar una tierra que producía poco. Un año, la cosecha fue tan mala que decidió vender las fincas y se marchó a la ciudad. El hombre que le compró el campo observó que había muchas piedrecitas blancas. Y como siempre había tenido curiosidad por la geología, cogió unas cuantas y se las llevó a un geólogo para que las analizara. Y resultó que las fincas encerraban un gran depósito de minerales necesarios para procesar el aluminio y otros metales. Así que lo revendió y se hico rico. Dos maneras de ver la misma realidad. Los ojos de la rutina, del simple mirón. Los ojos de la superación, de la fe. ¿Nosotros, cristianos del Pilar, con qué ojos vemos a Jesús? "El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada". Mirar con los ojos de la carne es mirar con los ojos del agricultor, del mirón, ya podemos abandonarlo todo y marcharnos a otro sitio. Mirar con los ojos curiosos del nuevo comprador es mirar con los ojos del Espíritu, de la fe, es quedarse con Jesús: "Tú solo tienes palabras de vida eterna". Jesús no es un turista, se hizo ciudadano, para quedarse con nosotros. Jesús no es un mirón, vino a trabajar y transformar el campo, a sembrar la semilla de un mundo mejor. Desde entonces huele más a Dios. Jesús vino a tener intimidad con nosotros. Una intimidad que quiso expresar a través de su cuerpo y de su sangre. La Eucaristía que celebramos desde la Última Cena del Señor es el centro de la vida cristiana, el tesoro a descubrir con los ojos de la fe. Y su pregunta, ¿también vosotros queréis marcharos?, se dirige a los que formamos esta comunidad. Josué, en la primera lectura, dice: "Yo y mi familia serviremos al Señor". Pedro, siempre entusiasmado, dijo: ¿A quién iremos? Sólo Tú tienes palabras de vida eterna. Y se quedó con Él. ¿Y nosotros? Jesús no es una hermosa historia que nos contamos los domingos ni una opinión sobre algún personaje que me cae bien o mal. La verdad se hace aceptándole y abrazándole y siguiéndole de todo corazón. Un autor anónimo escribió estos versos: Me llamas Señor y no me obedeces, Me llamas Luz y no me ves, Me llamas Camino y no lo andas, Me llamas Vida y no me deseas, Me llamas Sabio y no me sigues, Me llamas Justo y no me amas, Me llamas Rico y no me pides, Me llamas Bondad y no confías en mí, Me llamas Noble y no me sirves, Me llamas Poderoso y no me honras, Me llamas Justo y no me temes, Si te condeno, no me eches la culpa. Hay muchas razones para abandonar a Jesús, tal vez, la principal sea que no queremos dejar a Dios trabajar en el campo de nuestra vida. Queremos ser protagonistas y le dejamos a un lado. Jesús nos pide serle fieles como él nos es siempre fiel. HOMILÍA 2. Todos somos dignos Recuerdo las veces que he participado en la mesa de la Santa Comunión para recibir el pan y el cáliz y me emociona de manera sorprendente. Un domingo distribuía la comunión a mi hijo y le dije: Este es el pan de la vida. Me miró y me dijo: “Quiero un trozo grande de Jesús”. Sabía que la Eucaristía era una fiesta y pedía lo que todos nosotros, los adultos, encontramos difícil de expresar. Pedía más, más alimento espiritual, más esperanza, más ser parte del Cuerpo de Cristo, más pan que nos quite el hambre y más fe que nos quite la sed. Mi abuelo y mi hijo me enseñaron que estoy invitada, que soy digna de recibir la abundancia y la gracia de Dios. Todos somos invitados. Todos somos dignos. Así se expresa Karyn L. Wiseman, una cristiana. Hasta yo soy digno y ustedes también. Un domingo más el evangelio nos invita a aceptar a Jesús en sus propios términos. “Yo soy el pan de vida”. Jesús, veinte siglos más tarde, sigue siendo un problema, un enigma, para los hombres y para las iglesias. La pregunta ¿quién es Jesús? es inagotable. Lo menos importante es ser teológicamente correcto. Lo verdaderamente correcto no es cuestión de saberes sino de fe y de relación. Jesús no es un catecismo ni una teología, es una persona con la que estoy o no estoy conectado. Jesús escandalizó a sus discípulos y nos escandaliza hoy porque la manera de conectar con Él es comer el pan, su carne y beber el vino, su sangre. La conexión virtual, intelectual o teológica ni conduce a la fe ni da la vida eterna. Sólo el espíritu da vida y nos conecta y relaciona con Jesús. “El que me come vivirá por mí y para mí. De los siete “Yo soy” con los que Juan define a Jesús, el primero es “Yo soy el pan de vida” y la representación de Jesús, multiplicador del pan, es anterior a la representación de Jesús crucificado. Jesús escandalizó a todos y le abandonaron, seguían a un Jesús milagrero y terrenal. Conocían su identidad humana y no intuyeron su identidad divina. A Jesús no le preocupan las masas, le preocupan los doce, sus más íntimos discípulos y con tristeza les pregunta: ¿Vosotros también queréis marcharos? Pregunta que se dirige también a nosotros, los que no nos hemos ido. Pero ¿estamos conectados a una institución o a Jesús? Así como los presos se sienten a gusto y seguros en la cárcel y pasan de sus guardianes, algunos católicos se sienten seguros en la Iglesia y pasan de todo, incluso de Jesús. Nunca piden más, siempre piden menos, menos tiempo, menos sacramentos, menos palabra de Dios, menos comuniones. El minimalismo católico es una misa de veinte minutos y todos en paz. Hoy decidimos quedarnos con Jesús y celebrarlo y vivirlo en su Iglesia. La crisis religiosa es más grave que la económica y nos estamos quedando solos. Los hijos no se casan, cohabitan, se divorcian, no bautizan a sus hijos, se dan de baja de la Iglesia, desenganchados de la Iglesia institución y de Jesús viven centrados en sí mismos, viven sólo para la tierra. El presente y sus maravillosos alimentos terrestres llenan sus vidas pero no alivian su soledad. Simón Pedro, uno más de nosotros, uno de los que eligió quedarse con Jesús pone en nuestros labios la respuesta de la fe. ¿A quién iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna. Creemos y profesamos, con palabras y obras, que Tú eres el hijo de Dios y que te elegimos a ti frente a todos los dioses y señores de la tierra.
Oración de un autor desconocido: Me llamas Señor y no me obedeces. Me llamas Luz y no me ves. Me llamas Camino y no lo andas. Me llamas Vida y no me deseas. Me llamas Sabio y no me sigues. Me llamas Rico y no me pides. Me llamas Misericordioso y no te fías. Me llamas Noble y no me sirves. Me llamas Poderoso y no me honras. Me llamas Justo y no me temes. Si te condeno no me culpes.
HOMILÍA 3
It
only happens in New York.
HOMILÍA 4
It was 1924. The
Olympics were being held in Paris. It was the first Olympics that the
sport of canoe was added to the list of games. |