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Escritura:
Isaías 6,1-2a.3-8;
1 Corintios 15,1-11; Lucas 5,1-11 |
EVANGELIO
En aquel tiempo,
la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios,
estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos
barcas
que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y
estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le
pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado,
enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Rema mar
adentro, y echad las redes para pescar". Simón contestó: "Maestro, nos
hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu
palabra, echaré las redes". Y, puestos a la obra, hicieron una redada de
peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la
otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y
llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro
se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: "Apártate de mi, Señor, que soy
un pecador". Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que
estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo
les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de
Simón. Jesús dijo a Simón: "No temas; desde ahora serás pescador de
hombres".
Ellos sacaron las
barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
HOMILÍA 1
El inventor del
lápiz, antes de meterlo en la caja y enviarlo al mundo le dijo: "Cinco
cosas debes saber y recordar siempre si quieres ser el mejor lápiz del
mundo".
-
Podrás hacer grandes cosas, pero
sólo si permites que alguien te
use.
-
Experimentarás dolor cuando te
saquen punta, pero es necesario si quieres ser el mejor lápiz del
mundo.
-
Corregirás todas las faltas que
cometieres.
-
Tu parte más importante está siempre
dentro de ti.
-
Dejarás tu huella sobre toda
superficie sobre la que seas usado.
Y a pesar de todo,
sigue escribiendo.
El lápiz lo
entendió y prometió recordarlo siempre y después entró en la caja con
este propósito en su corazón.
Ahora ponte tú en
el lugar del lápiz.
-
Puedes hacer grandes cosas, pero sólo
si dejas que Dios y los demás te usen y, a veces, abusen.
-
Sentirás dolor cuando los problemas de
la vida y las dificultades de todo tipo te saquen punta. Es
necesario para crecer y fortalecerte.
-
Corrige todos los errores que cometas.
-
Tu parte más importante está dentro de
ti.
-
Deja una huella hermosa por donde
escribas y pases.
Después de ser
rechazado por sus compatriotas de Nazaret, Jesús comienza la aventura de
coleccionar lápices, hombres sencillos, pecadores, y dispuestos a
dejarse afilar, usar y dejar impresa la huella de Jesús en el mundo.
Pedro, Santiago y
Juan son los primeros lápices de esta colección de Jesús.
Si Jesús, el hijo
de Dios, lo puede todo ¿para qué necesita colaboradores?
Si Jesús, la
palabra de Dios, lo transforma todo ¿para qué necesita hombres rudos y
pecadores?
Si Jesús con su
muerte y resurrección lo redime todo, salva a todos, ¿para qué nos
necesita a nosotros?
La historia de la
salvación iniciada por Dios Padre, consumada por Jesucristo y pilotada
por el Espíritu Santo es también nuestra historia. Dios para nosotros,
Dios con nosotros.
En esta barca de
Pedro que, a veces no pesca nada, y otras muchas se hunde, todos somos
llamados a echar las redes para hacer la pesca milagrosa de Jesús.
Hoy, los
protagonistas somos nosotros. Hoy, la pesca del día somos nosotros. Hoy,
la barca a la que sube el Señor es la barca de nuestra parroquia. Y nos
invita a echar las redes.
Tal vez hemos
trabajado mucho, pero nos ha faltado su Espíritu, su presencia. Hemos
trabajado mucho pero para nosotros, no para Él. Hemos trabajado mucho
desde la fuerza de la carne, no desde el poder del Espíritu. Hemos
trabajado mucho desde nuestra sabiduría, no desde la sabiduría de Dios…
y hemos pescado poco.
Nosotros somos la
nueva colección de lápices de Jesús. Él cuenta contigo, con todos.
Así como el lápiz
deja huella, deja una obra maestra en manos de un buen dibujante, así
también nosotros seremos eficaces en la medida en que Jesús nos afile y
nos use con su poder.
La historia de
Isaías, de Pablo y de Pedro son fantásticas y podríamos hablar de ellas
durante horas. Ellos respondieron a Dios y fueron lápices eficaces en
sus manos, dieron gloria a Dios y son parte de esta historia de
salvación de Dios con nosotros.
Pero aquí, aunque
parezca exagerado, no venimos a hablar de ellos, venimos a hablar de
nosotros.
¿Por qué? Porque
el mismo Jesús que llamó a Pedro, Santiago y Juan, nos llama a todos
nosotros.
Jesús está hoy en
la barca de Nuestra Señora del Pilar, no tiene otra, y
nos ve cansados y
con las redes vacías y nos invita a echarlas otra vez.
Y nos da una red
nueva: la palabra, la oración, la valentía, y nos invita a seguir
invitando a los hombres.
Estaba yo
bendiciendo una casa en Santiago de los Caballeros y había muchos
mosquitos. Uno de los niños le dijo a su mamá: ¿crees que puedo pedirle
a Dios que se lleve los mosquitos o que vuelen más alto y dejen de
picarnos a los niños?
Me parece una
buena idea, le dijo la mamá, pídeselo.
Al cabo de un rato
volvió el niño y le dijo y ¿cuál es el número de teléfono de Dios? No lo
encuentro en la guía.
Dios no está en la
guía pero sí está el número de teléfono de los hombres.
Por eso Dios llamó
y sigue llamándonos a todos.
Lo nuestro no es
llamar a Dios. Lo nuestro es responder a Dios. Responder
es dejar las viejas redes y seguir a Jesús.
Eres apóstol,
enviado por Dios.
Eres testigo,
expresa y vive la alegría de ser hijo.
Eres profeta,
habla de tu fe.
Eres mensajero,
ayuda a entender.
Eres discípulo,
llama como llamó Jesús.
Coge papel y lápiz
y haz recuento de las llamadas de Dios y también de tus respuestas.
HOMILÍA 2
NADA
En las congregaciones religiosas hubo, muchos años atrás, un religioso llamado el reclutador de vocaciones, iba de pueblo en pueblo a pescar. Pesca fácil había muchos niños y mucha pobreza. Se le conocía como el pescador. Hablaba con las familias y con una propaganda piadosa llenaba sus redes.
Hoy, por muchas razones sociales ya no se pesca nada, nadie muerde un cebo tan poco apetitoso.
Los eslóganes publicitarios de hoy tienen más garra, nos atraen más, son más universales y nos garantizan la satisfacción plena.
Me gusta el eslogan del ejército americano en sus casetas plantadas en el centro de Times Square: Be all You can Be: Join the Army. Sé todo lo que puedes ser. Alístate en el Ejército. También me gusta el eslogan de Nike conocido por todos: Just do it, sencillo y que dice mucho sin decir nada.
El eslogan de Jesús en este evangelio de Lucas 5, 1-11, llamado el evangelio de la Pesca Milagrosa sería: Mar adentro. Rema mar adentro. Aguas profundas.
El agua de la orilla es agradable, acaricia los tobillos, es cómodo, al no ser profundo no impone ni da miedo. La tentación es quedarse en la orilla y mojarse sólo los pies. Nada más. Sólo seguridad de la orilla.
La vida ordinaria es la vida alimentada por las noticias, los deportes, los escándalos de la corrupción, las pastillas de la farmacia…pequeñeces que no ilusionan.
La vida cotidiana de Pedro era remendar sus redes, jugar con los otros pescadores, contemplar el lago y salir a pescar.
Pedro es una persona corriente, se gana la vida pescando. Hoy tuvo un día malo, trabajó mucho y no pescó nada. Está decepcionado, pero terminó el día entusiasmado. Se encontró con Jesús. Experto en sillas y mesas, y escuchó de sus labios un nuevo eslogan: Rema mar adentro, a las aguas profundas.
Pedro es un hombre arrogante y se atreve a decir a Jesús que no es buena idea.
Pedro obedeció y tuvo una epifanía.
Este predicador itinerante sabe más de Dios que de sillas y mesas, sabe que Dios no está en la superficie sino en la profundidad del ser, sabe que Dios nos da algo más que pan y peces.
Esta epifanía no es resultado de la gran pesca sino
de dejar a Dios ser Dios, de una obediencia sincera. Y Pedro se dejó atrapar por la red de Jesús.
Jesús no se desanima ante la resistencia de Pedro a lanzar las redes ni le desanima su pecado. Jesús le llama no para darle una palmadita en la espalda sino para quitarle los miedos y decirle: Tenemos un trabajo que hacer juntos. Te necesito..
Un encuentro, una epifanía, una barca nueva, una pesca nueva, una vocación nueva, ser pescador de hombres para el Reino de Dios.
Venir a la iglesia cada domingo puede tener una doble lectura.
Aquí estamos nosotros, los de siempre, en esta barca un tanto decepcionados porque rezamos mucho y conseguimos NADA. La barca no se llena sino que se vacía.
Venir a la iglesia no es venir a la orilla del lago, por costumbre, por obligación por cumplir…a mojarnos un poco los tobillos.
Venir a la iglesia es venir a las aguas profundas del amor de Dios. Aquí Dios nos llama por nuestro nombre para hacernos sus socios en la tarea de anunciar el evangelio. No tenemos que sentirnos culpables por nuestra ineficacia, por conseguir NADA. Si somos obedientes y seguimos remando mar adentro, en busca de las aguas profundas y echando las redes, Dios hará el resto. La pesca milagrosa no es obra nuestra sino de Dios.
Los seguidores de Jesús se saben perdedores porque no son seguidores de los hombres limitados y pecadores, son seguidores de Jesús y, en las aguas profundas de la vida cotidiana, asumen el riesgo de compartir su vida y asumir su
destino.
HOMILÍA 3
¿En qué Barco Viaja Usted?
El 10 de abril de
1912 el mayor barco del mundo, el más lujoso, el más seguro, el
insumergible, salía de Inglaterra rumbo a Nueva York. Era su viaje
inaugural. Los 2.223 pasajeros, la inmensa mayoría hombres famosos y
ricos, se sentían muy orgullosos de ser los primeros pasajeros en hacer
esta larga travesía en el Titanic.
Cuatro días más tarde el Titanic, el insumergible, el barco más seguro
del mundo, se hundía en el océano. Un iceberg, descontrolado y a la
deriva, le dio un golpe mortal.
Todo estaba en orden, todo estaba previsto, todo menos los botes
salvavidas, no había para todos.
¿En qué barco viaja usted?
El evangelio de este domingo nos habla de dos barcas que estaban junto a
la orilla, la barca de Simón y Andrés y la barca de Santiago y Juan. Dos
barcas inseguras para transportar la pesca de cada día, barcas para
pequeñas travesías y más pequeños sueños.
Pero un 10 de abril de hace muchísimos años Jesús, predicador
itinerante, subió a la barca de Simón y este pasajero le dijo: Mar
adentro y, por favor, echa las redes una vez más. Ya conocen el resto de
la historia.
¿EN qué barco viaja usted?
La barca de Pedro en la que usted viaja es su Titanic. Seguro que usted
se siente tan seguro, aunque no tan orgulloso, en su barco como aquellos
viajeros que se hundieron con el Titanic.
La Iglesia, asegurada a todo riesgo y con salvavidas para todos, viaja
por todos los mares del mundo sin miedo a los icebergs, a las tormentas
y huracanes y promete y asegura a todos sus pasajeros que llegarán a
buen puerto.
Hoy, este Titanic vive muchas turbulencias y ataques por los cuatro
costados. Cierto,, es insumergible, pero más de una vez sentimos miedo y
creemos hundirnos. Nuevos icebergs, nuestros pecados gritados desde las
azoteas de la prensa y del cine han hecho que muchos buscaran otros
barcos.
Cuentan que Napoleón, en cierta ocasión le espetó a un Cardenal: ¿Sabe
Eminencia que yo si quiero puedo destruir y acabar con la Iglesia? El
Cardenal le contestó:
"Por más que nosotros lo hemos intentado aún no lo hemos conseguido.
Dudo que lo pueda conseguir usted".
Saben cual es la única manera de hundir nuestro Titanic, tirar por la
borda a nuestro Capitán, a Jesús, ese pasajero que duerme a proa sobre
un cojín.
Ni el Titanic ni ningún transatlántico se construyen para quedarse
anclados en la orilla, sino para surcar los mares.
La Iglesia, nuestro Titanic, tiene que ir siempre mar adentro donde
están los peces, en la orilla se oxidaría e iría al desguace.
Unos peces nunca han sido pescados y otros, muchos, muchísimos, se han
escapado de nuestras redes viejas y rotas. Estos son los que más nos
duelen, no sólo se ha escapado sino que ahora son ellos los que con más
saña intentan hundir el barco.
Un cura estaba tomando café en el bar y leyendo el periódico, un hombre
que estaba en la mesa de al lado observó su atuendo y viendo que era un
cura le dijo: ¿En qué iglesia da usted misa? En la que está ahí en
frente, le contestó. Y el hombre le dijo: "Esa es la iglesia a la que
voy yo". Qué raro, le dijo el cura, llevo cinco años predicando en esa
iglesia y nunca le he visto. "Sr. cura no le he dicho que sea un
fanático".
Hoy los fanatismos van por otros derroteros.
La Iglesia, nuestro Titanic, como hacían Simón y Santiago, se ha puesto
a remendar las redes. Empezó con el Concilio Vaticano II y, ahora, el
Papa Francisco remienda, enmienda y compra nuevas redes.
¿En qué barco viaja usted?
No viaje en el barco de la nostalgia. Olvide su ayer y suba al barco de
Jesús, siempre presente, solo presente.
No viaje en el barco de la tristeza. Los hombres huelen a fracaso, pero
Jesús huele a victoria y nos asocia a su victoria.
No viaje en el barco de la fe imposible. Mis dudas son mis certezas. El
barco de Jesús es el barco del riesgo, el barco en el que todos caben,
Titanic que tiene botes salvavidas para todos.
El barco de Jesús es la Iglesia, todas las iglesias, toda la humanidad y
el universo entero.
HOMILÍA 4
IS THE CHURCH YOUR TITANIC?
On April 10th, 1912, the largest ship in
the world, the most luxurious, the safest, the unsinkable ship, left
England for NYC. It was its maiden voyage. The 2,223 passengers, all of
them famous and rich, were very proud to be the first travellers in the
iconic Titanic.
Four days later, the unsinkable ship was hit by a huge iceberg and it
sank in the ocean.
Everything had been planned carefully, it was beautiful, it was almost
perfect, except for one small detail, there were not lifeboats for
everybody. Men are very smart and they like to play God.They forget they
are mortal, and that they are not God.
Is the unsinkable Titanic your ship?
Today’s Gospel it is not about a big ship, it is about two boats, one
belongs to Simon and the other belongs to James and John.
On April 10th, two thousand years ago, Jesus, the itinerant preacher,
“getting into one of those two boats sat down and taught the crowds from
the boat”.
Jesus was really inspired that Sunday and gave a good sermon. And people
even applauded when he finished. Then he told Simon, “Let’s leave the
shallows and go to the deep and lower your nets for a catch”.
Today, our Parish, this church where we celebrate our faith, is our
small boat, but the Church spread throughout the world, our Catholic
Church, is our safe and unsinkable Titanic. I know some days we are
afraid, very afraid, because we see many and new icebergs coming our way,
and we hear our sins been shouted from the rooftops, and Jesus, our
Captain, sleeps on a cushion.
It is said that on one occasion the great General Napoleon told a
Cardinal, “Does your Eminence know that I have the power to put an end
to your Church”? The Cardinal replied, “That is what we have been trying
to do for many years and so far we have not been successful.
I doubt you can achieve it”.
There is only one way to sink our Titanic, it is to throw Jesus
overboard and think that we, mere disciples, are the owners of the boat.
True, there are many wonderful and faithful disciples, but we are
disciples. Just one owner, one Lord, one Savior.
If there is one lesson to learn from this beautiful story besides that
our boat is safe and unsinkable is, why, we the people of God, we called
to be fishermen, to attract people to God’s kingdom, do not catch fish,
why do we do such a poor job?
One of the reasons why we do not catch fish is because we do not follow
Jesus’ advice, we refuse to go into deep water. Let’s leave the shallows
and go to the deep.
Peter, James and John were hard workers and experts in the art of
fishing. They did not need anyone telling them how or where to catch
fish. But Jesus was teaching a spiritual lesson.
We can substitute fish for love, peace, healing or the spirit of any of
the seven Beatitudes.
The Titanic needs the open ocean, the half-hearted disciple needs the
shallow waters.
Deep water is where the increase is. Deep water is a risk. Jesus is
always inviting his disciples to the deeper end of things.Shallow water
is pleasant, no red flags, even babies are allowed to walk in it.
Staying in shallow water is a big temptation, the temptation of pleasure,
of indifference, of silence, of empty hands.
“Master, we have worked hard all night and have caught nothing”. Yes, in
spite of our efforts there are many people who have not heard the good
news of salvation, but what hurts immensely is the great number of
catholics who have left the church: our sons and daughters, our nephews
and nieces, and many friends.
You, Simon, James, John...you have kept the faith, you pray and you
listen to the Word of God every Sunday, accept Jesus’ invitation and
start inviting them to rediscover the faith and join the family of God’s
children, the Church.
Brothers and sisters, forget about the full net, the real miracle is to
be open to God, ocean deep and full of surprises, and let God guide you
because he is our present and final destination.
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