¿Y SI NO HUBIERA NADA?

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio...

   

 

Hay un tiempo para dudar y un tiempo para creer.

Duda y fe son la cara y cruz de la misma moneda, cosidas como la muerte a la vida. Aunque las gentes de hoy sólo creen en el horóscopo, me he tropezado con algunos que me confiesan no haber tenido nunca dudas de fe. Yo, que tengo más dudas que San Manuel Bueno y Mártir, experimento una cierta irritación y me pregunto, ¿cómo se puede vivir en la Nube de lo desconocido y no sentir el aguijón de la duda?

Hacerse mayor es recoger los pinceles, botar el lastre, caer en la cuenta de que el visor enfoca siempre el mismo paisaje, rezar para encontrar el último sitio donde aparcar y esperar que tenga Valet Parking.

Envejecer es desnudarse de los muchos trapos teológicos y religiosos con los que nos hemos disfrazado y consolado a lo largo de los años y abrazar nuestra desnuda humanidad.

La historia de la Iglesia católica es la historia de las cruzadas contra los innumerables caballeros de la increencia y de los herejes. Hoy, mermadas las fuerzas, combate las herejías laicas de la indiferencia, del relativismo, del laicismo y de los clamorosos pecados de la carne. Y su doctrina es tan densa y laberíntica que es patrimonio de sólo unos pocos. ¿Cuántos católicos conocen los 2856 números del voluminoso Catecismos de 1992?

Lo mejor de la encíclica "Dios es Amor" es el título. Mira, habla y centra el mensaje en lo esencial del cristianismo, el amor.

Los teólogos de la Edad Media, poco bíblicos y menos imaginativos, en sus discusiones bizantinas crearon un parking especial para niños muy especiales, los que mueren sin el bautismo: el Limbo. La mancha heredada, el pecado original, no les da acceso al parking del cielo ni al del infierno. Eran condenados a sobrevivir en tierra de nadie, un secuestro benigno y forzoso.

San Agustín afirma, con poca compasión, que los niños que mueren sin la gracia bautismal van al infierno. Dante, en la Divina Comedia, lo coloca en el primer círculo del infierno. Pío X, en 1905, declara que "los niños que mueren sin haber recibido el bautismo van al Limbo"…

Los Protestantes, simplificadores y bíblicos, lo eliminaron de un plumazo. Ratzinger, antes de ser Benedicto XVI, afirmó que el Limbo no es doctrina de la Iglesia, sino una hipótesis de trabajo. ¿Con cuántas hipótesis teológicas seguimos viviendo los católicos?

Acabo de leer el cuento del "Caballero de la armadura oxidada". Parábola que se puede aplicar a las iglesias, las instituciones y las personas. Para redescubrir el verdadero ser hay que tener el valor de liberarse de la coraza oxidada en la que se vive como prisionero y extraño.

Nuestra misión no es la de salvar a nadie. Sólo Dios salva. Sólo Él tiene la criba que separa el trigo de la paja. Al Parking del cielo sólo se entra por la puerta gratuita de la misericordia de Dios.

Dios es más grande que todas las iglesias y sus funcionarios y quiere que todos los hombres se salven. Me salvará a mi y a todos los niños con o sin el bautismo. Mi madre no me quería en el Limbo y me bautizó el día en que nací.

¿Y si no hubiera nada? ¿Sólo sonido y furia que nada significan? Según la apuesta de Pascal, si no hay nada, no pierdo nada. Si hay Alguien, lo pierdo todo. Yo, que cada día desnudo más mi fe, apuesto por el sí.
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