LA PROPOSICIÓN 17 Y EL MIEDO A LAS MUJERES 

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio 

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Mientras los líderes de las naciones contemplaban atónitos cómo ardía la zarza incombustible del dinero virtual, dos cientos cincuenta Obispos, congregados en Roma durante cuatro semanas, peroraban sobre la Biblia.

Los políticos y los expertos en economía nos asustan y amenazan.

El dinero, sangre que fluye por las venas de los negocios se coagula, escasea y asoma la época de las vacas flacas.

Sí, tiempo de vacas flacas para la economía y, sobre todo, para la religión.

Los Césares del mundo rico multiplican sus reuniones, urden nuevas estrategias y los de siempre, los pobres, siguen sin voz y sin poder.

Los Obispos, Césares de Dios, en asamblea grávida y con muchas palabras enfatizan una vez más el poder de la Palabra.

La Biblia, carta de amor que Dios nos ha escrito, es el mensaje ignorado y la llamada perdida nunca contestada.

Los católicos, más enamorados de los santos que del Tú sólo Santo, no tienen hambre de la Palabra.

Por este laberinto transitaban nuestros Obispos con muchas elucubraciones sabias y unas pocas más pastorales y pedestres.

La alta retórica se la dejamos a los peritos, a nosotros, los católicos de a pie, nos interesan más las recetas.

Los miembros del sínodo aprobaron 55 “proposiciones” que entregaron al Papa Benedicto XVI con la esperanza que las bendiga y apruebe.

Piden que la Biblia sea traducida a más idiomas, que circule por la red y que en cada casa haya una Biblia.

Los Obispos han caído en la cuenta de que nuestros sermones son poco ilusionantes y nada divertidos. Los destinatarios no los consideran relevantes para su vida y son más sufridores que participantes. Ahora nos darán a los curas un manual, recetario, para mejorar la predicación.

La Proposición 17 es la manzana de la discordia.

Los miembros del sínodo desean “que el ministerio de Lector esté también abierto a las mujeres”.

Tímido atrevimiento. En la Iglesia Católica hablar de las mujeres es siempre un atrevimiento.

La Proposición 17 no habla de leer la Palabra, las mujeres son ya las únicas lectoras, sino de reconocerles de manera estable e institucional un ministerio que ahora está “reservado a los hombres”. (Código de Derecho Canónico nº 230)

Cuarenta y cinco miembros votaron en contra, entre ellos el Arzobispo Raymond Burke, presidente de la Apostólica Signatura, el tribunal supremo del Vaticano.

¿Por qué se tiene tanto miedo a las mujeres?

No aspiran al sacerdocio, no son un peligro, la única amenaza es su deserción.

Los Obispos hablan bien de ellas: “Las mujeres saben suscitar la escucha de la Palabra, la relación con Dios y comunicar el sentido del perdón y del compartir evangélico”, pero tienen miedo a concederles un mínimo de protagonismo.

La Proposición 17 es un test para Benedicto XVI, sólo él tiene poder para asumirla o rechazarla.