MONICIONES Y PRECES PARA LOS TRES CICLOS

SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

 Escritura:

Isaías 60, 1-6; Efesios 3, 2-3.5-6; Mateo 2, 1-12

ENTRADA

Jesús nace para todos los hombres. Hoy, celebramos la manifestación de Jesús, en la persona de los tres reyes, nosotros los que celebramos su fiesta, nosotros los que vemos y no vemos el resplandor de su gloria.

Hoy, se nos manifiesta una vez más a todos en la fiesta de la Palabra, de la mesa y de la comunidad. Abramos los ojos y reconozcámosle.

Entonemos el canto de entrada.

PRIMERA LECTURA

El profeta Isaías nos invita a dejarnos inundar por la luz del que viene. Nos invita a abrir los ojos y a contemplar las maravillas que realiza por medio de tantos hijos e hijas de su Iglesia.

Dejemos todos que su gloria repose sobre nosotros durante esta celebración.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

SEGUNDA LECTURA

Pablo nos recuerda a los no judíos que estamos llamados a compartir en Cristo la misma herencia, que estamos llamados a pertenecer al mismo cuerpo y a recibir las mismas promesas que los judíos.

Recibe y comparte agradecido los dones que Dios te ofrece en este día de Fiesta.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

EVANGELIO

El evangelio de los Magos de Oriente es el evangelio de todos los creyentes, de todos los que de lejos o de cerca saludan este día de salvación, de todos los que ofrecen al niño el don de su vida y de su amor.

Hoy, brilla para ti la estrella del Señor. Síguela y celébrala.

Escuchemos la proclamación del evangelio.

ORACIÓN DE LOS FIELES

  1. Oremos por la Iglesia de Jesucristo para que sea lugar de encuentro y de adoración del niño Salvador.

  2. Oremos por todos nosotros para que seamos estrellas que lleven a los hombres a Jesucristo.

  3. Oremos por la paz entre todos los pueblos, por el bienestar de los más humildes, por los que se encuentran solos para que todos les ayudemos y consolemos.

  4. Oremos por los niños y los jóvenes para que crezcan y vivan ilusionados en sus trabajos y en su fe.

  5. Oremos por todos los difuntos de nuestra parroquia y de nuestras familias para que hereden la promesa de la vida eterna con Dios.