MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES - CICLO B

Vigésimo segundo Domingo del Tiempo Ordinario

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

 Escritura:

Deuteronomio 4,1-2.6-8; Santiago 1,17-18.21-22.27; Marcos 7,1-8.14-15.21-23

ENTRADA

Bienvenidos, hermanos y hermanas, a la fiesta de Jesús. Él es nuestra fiesta y nuestra gloria. Bienvenidos a nuestro templo, nuestra casa, nuestro descanso. Hoy, el Señor nos recuerda que hay que limpiar el corazón, el templo del Espíritu, limpiar nuestras motivaciones y deseos.

Gocémonos en esta comunidad de hermanos. Entonemos el himno de la fiesta.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA

La ley de Dios no es un peso insoportable para sus hijos. La ley de Dios es el amor que nos guía hacia la sabiduría, el discernimiento y la adoración del único Dios grande, poderoso y amigo del hombre.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA

Santiago nos recuerda que debemos poner en práctica la palabra escuchada. No somos sólo oyentes de la Palabra tenemos que ser también cumplidores de la misma para vivir la religión verdadera.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

MONICIÓN AL EVANGELIO

Jesús condena la hipocresía, las apariencias y el culto vacío de los ritos realizados sin espíritu filial.

Lo que importa es un corazón limpio y sincero. Lo exterior es reflejo del interior que tiene que ser sanado por el poder compasivo de nuestro Dios.

Escuchemos la proclamación del evangelio.

ORACIÓN DE LOS FIELES

  1. Oremos por la Iglesia, para que, fiel a la ley de Dios, la interprete con sabiduría y nos ayude a vivirla con fidelidad.

  2. Oremos por los que gobiernan las naciones para que sirvan a los ciudadanos del mundo con sabiduría y justicia.

  3. Oremos por nosotros los que nos reunimos en este templo para que practiquemos lo que predicamos y vivamos lo que creemos en la fe.

  4. Oremos por los enfermos en el cuerpo y en el espíritu, por los cansados y abatidos para que busquen su fortaleza y alegría en Jesucristo.

  5. Oremos por los niños y jóvenes de nuestra comunidad para que se renueven y descubran la belleza del seguimiento de Jesucristo.

  6. Oremos por los difuntos de nuestras familias y ( nombres…) para que vivan la felicidad de los redimidos junto a Dios.