MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES - CICLO B

 Cuarto Domingo de Adviento

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

 Escritura:

2 Samuel 7, 1-5.8-1214.16; Romanos 16, 25-27;
Lucas 1, 26-38

ENTRADA

Bienvenidos hermanos a la celebración de la eucaristía en este cuarto domingo de Adviento. El domingo es un regalo de Dios para cada uno de nosotros. Estamos invitados a compartir la misma Palabra, la misma mesa y la compañía de los hermanos. Una oportunidad más para darle a Dios un “sí”, pequeño o grande pero un sí como el de María.

María presente en el Adviento como vasija de la verdad, como madre del salvador, como esclava del Señor.

Comencemos nuestra celebración con el canto de entrada.

PRIMERA LECTURA

La profecía de construir una casa no se refiere a un palacio ni a un templo sino a una familia, una dinastía que gobernará a Israel. Un descendiente surgirá de la casa de David y habitará en el mundo de los hombres. Dios promete a David un reino que durará por los siglos. Dios estaba con David y con María y está también  con todos nosotros.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

SEGUNDA LECTURA

Pablo nos asegura que la promesa hecha a David se ha cumplido en la persona de Jesucristo. María se convirtió en la morada apropiada del que iba a hospedarse entre nosotros.

Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.

EVANGELIO

María nos entrega al niño que el mundo ha estado esperando. Con el sí de María, el creador da un nuevo impulso a toda la creación y a nosotros nos plenifica y nos salva.

Una vez más proclamamos el relato de la Anunciación.

Escuchemos la proclamación del Evangelio.

ORACIÓN DE LOS FIELES

  1. Oremos por los líderes de nuestra Iglesia para que, inspirados por el sí de María, vivan su vocación con alegría y se entreguen totalmente al servicio del evangelio.

  2. Oremos por los bautizados para que a ejemplo de María nuestras vidas sean siempre un sí a Dios.

  3. Oremos por nuestra comunidad del Pilar para que reciba  en esta Navidad a Cristo con un corazón abierto.

  4. Oremos por los ancianos, los enfermos, los que se sienten y viven solos, por los presos para que en medio de la prueba cuenten con la ayuda de Dios y la nuestra.

  5. Oremos por todos nuestros difuntos y (nombres…) para que experimenten la alegría de encontrarse con Cristo en el cielo.