LA NAVIDAD, ¿UN CUENTO?

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.

 

 

La esencia de las religiones se reduce a su capacidad de contar cuentos maravillosos. Sin espíritus, sin ángeles, sin canciones y sin asombro y silencio no hay religión.

Los códigos, civil o canónico, son el herbicida de la religión. La religión muere cuando deja de contar cuentos y se camufla con discursos eruditos incomprensibles.

El verdadero amante bisbisea cuentos al oído de la amada para encantarla y seducirla.

Jesús, el rabino de Galilea, nunca escribió un gran discurso ni dictó una conferencia magistral, se limitó a contar cuentos y a despertar la imaginación con sus parábolas: el cuento del hijo pródigo, el del buen samaritano, el de de la moneda del Cesar…expresiones ya tan nuestras como suyas.

Cuentos que revelan más sobre la religión que cualquier tratado teológico. Los cuentos son la Summa Theologica de Jesús.

Hoy, nosotros, los escaparates y las calles del mundo entero, contamos y cantamos la poesía de la Navidad.

Este cuento maravilloso, como todos los cuentos, rompe la barrera del lenguaje y se hace palabra y silencio. Tiene su encanto lírico y sus trampas: el viaje a Belén, el establo extramuros, los ángeles y su concierto, la estrella y los magos… pero es el camino más corto y feliz para comunicarnos la pasión de Dios que necesita un cuerpo, se hace carne, se hace humano, nace, se hace Navidad.

Hacerse hombre no es tan malo, es más que maravilloso.

¿Y si todo fuera cuento?

Fantástico cuento que me descubre que el amor no es sólo local sino global, que me empuja a perdonar a mis enemigos y que termina en muerte extramuros para mi salvación.

Vale la pena seguir contándolo en la Misa de Gallo.

¿Sigue alguien contando las hazañas de Viriato o las batallas de Napoleón?

D.H. Lawrence, autor de Lady Catterley’s Lover, nada piadoso, escribió, “La religión sabe más que la filosofía. La religión sabe que Jesús no fue nunca Jesús hasta que nació de un vientre, comió sopa y pan, creció y se convirtió, maravilla de la creación, en Jesús con un cuerpo y sus necesidades y con un magnífico espíritu”.

Lo importante de la Navidad no es que llegue un año más, sino que la sigamos contando y nos sigamos maravillando ante la hermosura de un niño que se llama Jesús y que significa Salvador.

Es OK decir y desear a todos los lectores de Heraldo Soria FELIZ NAVIDAD.