LA FÁBRICA DE LOS SANTOS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

 

 

Hablar por el móvil, además de estar penado, es peligroso, nos distrae y nos nubla lo que está delante.

Los santos son la distracción católica, nos sorprenden sus muchos pecados y nos asombra su entrega a Dios y a los demás.

Son tan parecidos a nosotros que no sé por qué les damos tanta importancia.

Para muchos son el móvil que les impide ver y conectar con el que siempre va delante, el que es el futuro y la meta.

Juan Pablo II, fabricante de 482 santos, liberó a su Polonia del faraón comunista, abrazó y protegió al P. Maciel, fundador que nunca será canonizado por su conducta sexual, más que escandalosa criminal, ya es beato.

Gran fiesta en la Roma de los mártires, los Borgias y Berlusconi.

Ahora es el tiempo de las reliquias.

Como los fans de Michael Jackson compran sus guantes o un rizo de Elvis Presley, los fans de Juan Pablo II comprarán reliquias de tercera clase.

A Robert Kubica el Vaticano le regaló una gota de su sangre, reliquia de primera.

Las reliquias, religiosas o laicas, son importantes para los fervorosos fans que las coleccionan y besan.

En el museo The Walters Art de Baltimore, la exposición “Tesoros del Cielo”, abierta hasta el 15 de mayo, se puede emocionar uno contemplando unos dientes, viejos de dos mil años, que dicen ser de Juan Bautista.

La Beatificación de Juan de Palafox en el Burgo de Osma será gloriosa, pero ¿cómo eclipsar el Baldaquino de Bernini o el balcón del Vaticano?

Juan de Palafox, perdido durante siglos en los archivos, pronto será Beato con derecho a distraernos y a producir reliquias.

Leo en un periódico una noticia de Beatos que más que sorprendente se me antoja insultante.

Tres curas católicos y un Pastor Luterano fueron decapitados por los Nazis en noviembre 10, 1943. Los cuatro mezclaron su sangre martirial por conspirar y predicar contra Hitler. Los cuatro, antes de que existiera el ecumenismo vacío, vivieron ecuménicamente.

El 25 de junio 2011, el Vaticano beatificará a los tres e ignorará a Karl Friedrich Stellbrink,

¿Son más mártires los curas que el compañero y Pastor Luterano?

Para la ciudad de Luebeck los cuatro son uno, los cuatro santos.

¿Por qué separa Roma lo que la fe y la sangre unieron para siempre?