LA CRUZ Y LOS CRUCIFICADOS

P. Félix Jiménez Tutor, Sch. P...

   

 

Un día aburrido es un día de compras. Recuerdo muy bien uno de esos días.

Entré y pedí un crucifijo y el dependiente me preguntó: "¿Lo quiere con el "little guy" on?" ¿Lo quiere con el "pequeño tipo" o sin él?

¿Cómo olvidar pregunta tan esperpéntica para mí?

Ya no hay que dar nada por supuesto. Cosas que para muchos de nosotros son obvias, porque aprendidas y vividas desde la infancia, para las nuevas generaciones, desconectadas de lo religioso, y para sus padres y maestros, socialmente practicantes, lo único sagrado es su mundo.

La cruz, la del "little guy", la de Jesús, la impuesta a los esclavos, la que era locura para los griegos, escándalo para los judíos y salvación para los cristianos, esa cruz ya no es monopolio de nadie.

La lleva mi dependiente, Madonna, Jay-Z, Fifty Cent, Benedicto XVI, obispos, creyentes, ateos… por múltiples razones y evocaciones.

Los primeros cristianos, durante los cuatro primeros siglos, no osaron representar la crucifixión de Cristo. Tal vez se sentían incómodos exhibiendo un Dios sufriente.

Hubo que esperar hasta el siglo V para que en las puertas de Santa Sabina de Roma se tallara la primera crucifixión.

La catedral de Colonia custodia, entre sus reliquias, el primer crucifijo del siglo X, el que el obispo Gero mandó ejecutar. La cruz, la corona esmaltada, el sol que le sirve de fondo relucen como el oro e impresionan más que el crucificado.

Miguel Ángel y Durero, narcisistas, sospechosos y atrevidos, en una identificación más que emocional, prestaron sus cuerpos y sus rostros al crucificado.

Hoy la cruz y el crucificado, uncidos durante siglos, viajan por caminos paralelos.

El crucificado ha salido de las iglesias, su figura y su mensaje se disocian del dogma y pertenece a todos.

El crucificado se ha convertido, al margen de todo credo, en símbolo de todo ser humano maltratado, odiado y ejecutado.

Este Jesús, patrimonio de la humanidad, burlando todas las censuras se camufla de soldado, de gay, de judío, de víctima, de mujer…

En 1975 Edwina Sandys esculpió una estatua en bronce titulada CHRISTA, Cristo, mujer desnuda y clavada en una cruz de plástico transparente. "Si la cruz es la imagen del sacrificio, entonces conviene perfectamente a una mujer".

¿Quién colocaría esta imagen en una iglesia?

De la crucifixión, obra religiosa guardada en las iglesias que el creyente besa, reza, se arrodilla, pasea por las calles y objeto de fe hemos pasado a la crucifixión política, judía como la Crucifixión Blanca de Chagall, a la parodia, a la diversión…que se admira en los museos.

La cruz, silla eléctrica, inyección letal, horca, lapidación…es un viaje por el corazón de las tinieblas de este planeta aún por humanizar.

Los crucificados de toda edad, raza, lengua, pueblo y nación son legión.

El mundo es un gran Gólgota donde todos los días se crucifican muchos inocentes, muchos hijos de Dios.

¿Dónde están las protestas?

Sí, hay que protestar ante tanto arte blasfemo, pero también hay que blasfemar ante tantos crucificados por nada.
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