EL HORÓSCOPO DEL 2010

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

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“La Década del Infierno” así define la revista Time la década recién clausurada.

El cambio climático, a pesar de las cumbres multitudinarias, sigue en un impasse.

El ardor guerrero, mal necesario, envía tropas por el mundo porque todo es posible menos la Pax Romana.

El genocidio de Darfur es una hoguera que nadie apaga. La revolución de Irak y Afganistán ¿tendrán un final feliz?

La Década del Infierno que comenzó con 9/11 termina en tragedia neutralizada en Detroit.

Del Decálogo de Moisés hemos pasado a los cientos de decálogos de los dirigentes políticos y religiosos que mutilan nuestro vivir en la tierra y en el aire.

Sólo los Episcopalianos americanos han abolido todos los decálogos incluido el de Moisés.

Cierto es que cada uno mira al pasado desde sus intereses. Los parados con ira. Los hinchas del Barça extasiados hacen procesiones con las seis santas copas. Los fans de Michael Jackson lacrimosos cantan “no one can tell what the future holds” de This is it.

Los católicos españoles creen que ZP ha perdido la brújula y nos lleva al abismo. Los modernos dicen simplemente adiós a Dios y sus hijos no tienen que despedirse porque nunca lo han conocido.

La década recién estrenada aún no tiene nombre. Lo bueno del futuro es que no viene todo de golpe, sólo viene día tras día que diría Lincoln.

Yo, nada supersticioso, he consultado el HORÓSCOPO del 2010 para los Piscis. ¿Será pecado?

Este año los Piscis somos el pez con las ideas más brillantes del think tank. El año comienza de verdad con la luna llena del dulce febrero. El otoño es el mes del romance con amores en New York. Y con Júpiter en residencia podremos volar sin turbulencias hasta estrenar el 2011.

Ojalá todos fueran Piscis. La década estrenada sería más amable, más pacífica y más creadora de solidaridad social.

Ni el horóscopo ni las estrellas ni los dioses son la respuesta. Dios es la gran pregunta para esta década más laica y menos eurocéntrica.

La amnesia es la enfermedad de la Europa vieja y envejecida que, desilusionada, olvida y ultraja su pasado transformado por la religión y que proyecta un futuro sin alma, técnico y material.

La religión, desnudada de su pompa y artificio, ofrece a ateos y creyentes intuiciones válidas para todas las décadas.

El horóscopo, como los fotune cookies de los restaurantes chinos, sirve de comentario jocoso y se olvida con el último sorbe de té.