LA REVOLUCIÓN DE LA GENEROSIDAD

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

   

 

Salía una señora de la iglesia, un domingo, y empezó a quejarse, a voces, del famélico sermón del pobre cura. Su hijo, contento porque había sido superbreve, le dijo: ¿mamá, qué más puedes pedir por los dos céntimos que has echado en el cestillo?

El mundo de los céntimos y los euros, las finanzas de cualquier institución, ya civil, ya eclesiástica, es un mundo opaco y secreto.

Siempre he creído que no necesitar de la colecta dominical para vivir es una desgracia. Implica que no necesito la presencia de los fieles, no me angustia la iglesia llena o vacía, no sufro el vértigo de imaginar y ofrecer pastos nuevos a un pueblo desilusionado pero hambriento de sentido y trascendencia.

Depender económicamente de los fieles es una Bendición.

La Iglesia Católica camina, no sé si gozosamente o a regañadientes, no sé si por convicción o por imposición, hacia su propia autofinanciación. Y esto es también una Bendición.

El "Dios que provee", "que alimenta a los pájaros y viste los lirios del campo", también proveerá, alimentará y vestirá a su esposa, la Iglesia.

El Jesús que echaba en cara a sus discípulos de ayer el ser "hombres de poca fe" también se lo reprocha a sus discípulos de hoy.

Hay una canción que grita: "Si quieres caminar sobre las aguas, tienes que salir de la barca". Y la Iglesia tiene que salir de su reducto y su seguridad para ponerse en manos de "Dios que provee" y de los Católicos que, llegado el día, sabrán dar la medida de su fe y asumir su responsabilidad.

Falta fe en Dios que provee y sobra fe en esa mano invisible.

Falta fe en los Católicos, ahora anestesiados, pero, metidos en la boca del volcán, serán la revolución de la generosidad.

Los evangelios no hablan de sexo. Sí hablan del perdón de Jesús a la mujer adúltera y a la pecadora que "se le perdonó mucho porque amó mucho". Los evangelios sí hablan del dinero y nos avisan que " no se puede servir a dos señores, a Dios y al Dinero".

La Iglesia habla mucho del sexo y , en lugar de hablar del dinero con sus hijos, discute con el estado. Estará en su derecho, aunque yo no entiendo nada. Pero llega la hora y, ojalá ya estuviera aquí, en que los Católicos, cheque en mano, provean a las necesidades de su madre , la Iglesia.

¿Solución simplista? Otras iglesias, en otros países, se financian así y no carecen de nada. Y esto también es una Bendición. La Bendición y la Revolución de la Generosidad.

Acabamos de celebrar el Día de la Iglesia Diocesana. Como el Día del Árbol, el Día del Sida, el Día sin Televisión... tantos días y tantos recordatorios importantes pasan sin hincar el clavo un milímetro. La Iglesia está ahí, no un día, sino 24/7, y necesita la colaboración diaria de todos sus hijos.

Este día nos recuerda nuestra responsabilidad: la autofinanciación de nuestra iglesia.

¿Cómo? Con una cuota periódica. Con donativos, limosnas, herencias. Con una X en la casilla Iglesia Católica en la Declaración de la Renta.

¿Y por qué no apuntándose al DIEZMO?

¿Y por qué no dando alegremente bajo la guía del Espíritu?

Hay utopías malignas e imposibles y hay utopías buenas y deseables.

Bendita utopía. Bendita autofinanciación.
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