ESCUELAS SIN PULSO

Félix Jiménez Tutor, escolapio

 

 

¿Se acuerdan de las 999 promesas de la campaña electoral?

Las promesas son los necesarios fuegos fatuos que la vida y sus circunstancias se encargan de apagar.

Las promesas, género literario de la intimidad, son pura calderilla frente a los grandes retos y proyectos del futuro.

Siempre nos queda el terrorismo de la publicidad para aliviar las largas veladas.

Este mes de abril, mes de buscar escuela, en la prensa y en las emisoras locales, los centros privados insertan cuñas publicitarias con sus promesas junto a las ofertas del día de Sabeco.

La publicidad, poco eficaz en el ámbito escolar, se dirige a los despistados que aún ignoran la existencia de estos centros.

A veces me pregunto si no tendría que hacer publicidad de mi área de descanso y del entusiasmo del pastor, pero creo que el boca a boca es más eficaz y convincente.

Los curas tenemos que competir con los 18 hoyos de Pedrajas, el Numancia a las 12, la jornada de caza o la prosaica resaca del Saturday Night Fever.

El domingo ha dejado de ser el día de la comunidad para convertirse en el día a mi medida, para mi evasión.

Pero de lunes a viernes los padres tienen que buscar una escuela donde aparcar a ese hijo tan precioso como su Mercedes.

Las escuelas católicas, si eso es lo que tiene en mente, las de España y Europa están viviendo algo más serio que unas ocasionales turbulencias, está en juego su ser o no ser.

La falta de vocaciones, cambio climático religioso realizado, ha vaciado los seminarios diocesanos y religiosos. Los catálogos son monumentos a la ancianidad.

¿Se imaginan ustedes un Colegio de Escolapios sin Escolapios? Yo ya veo una mano escribiendo su mensaje en la pared.

Las escuelas católicas de ayer, con sus luces y sus sombras, llenas de sotanas y de hábitos, pertenecen al pasado.

Las escuelas católicas, múltiples siglas y un solo objetivo, si merecen existir es para pasar y celebrar la fe, hacer cristianos y ciudadanos responsables y servidores del bien común.

Hoy, tiempo sin tradiciones, sin curas y sin cristianos comprometidos, ¿tiene futuro la escuela católica?

Nosotros, y muchas congregaciones, confiamos en "los escolapios de chaqueta", profesores que además de trabajar por un sueldo, desde su identidad cristiana y desde su afecto a Calasanz se sienten parte de esta familia espiritual escolapia.

Si nuestros maestros militan en la política, en los sindicatos, en las asociaciones deportivas… pero no militan, y no militan, en la fe de la Iglesia ni se sienten parte de esta familia espiritual no habrá educación católica. Habrá toda la calderilla que las modas dictan. La tiranía de estar al día nos hace perder de vista el proyecto total. Las pulsaciones vitales no son más que el click de un ratón.

Los padres de hoy, menos religiosos que sus padres, y nada preocupados por las grandes ideas elegirán pragmáticamente el centro escolar.