ENTRE DOS AMORES

Félix Jiménez Tutor, escolapio

 

 

Para ser cura hay que ser hombre y los hombres, -curas o seglares- tienen unas urgencias físicas difíciles de sublimar.

Atados por un voto o por un estrinque, el deseo unitivo sigue siempre vivo y se necesita más que el poder de la voluntad para acallarlo y como dice uno de mis alumnos de la ESO “it feels so good”.

Ya es noticia vieja que el P. Alberto Cutié, alias Father Oprah, famoso por su programa en Telemundo y por su libro “Real Life, Real Love” fue sorprendido por la cámara oculta solazándose con su novia en una playa de Miami. Cogido con las manos en la masa, su Obispo, el mismo día, le prohibió ejercer el ministerio sacerdotal.

Este primer acto no tiene nada de heroico, es la prosa de la vida.

Muchos curas africanos viven con mujer e hijos, clandestinidad ignorada o simplemente tolerada. El sexo aún no ha sido domado y mucho menos en África.

Una de mis feligresas, maliciosa y lunática, me decía muchos días: “¿por qué no se hace cura episcopaliano? Se podría casar y tendría hijos muy hermosos”.

El P. Alberto Cutié lo quiere todo y lo va a tener todo.

No quiere renunciar a su profesión y seguirá siendo cura. Ya ha llamado a la puerta de la Iglesia Episcopaliana y el Obispo Leo Freda lo ha recibido en su catedral: “Damos la bienvenida al P. Alberto al ministerio en la Iglesia Episcopaliana”.

No quiere renunciar al eros y podrá consumar su amor carnal con su novia en santo matrimonio.

No quiere renunciar a Dios y al servicio del Evangelio y como cura episcopaliano llenará su iglesia con nuevos feligreses y los muchos católicos que le seguirán.

¿Por qué vivir entre dos amores cuando el Amor es uno?

¿Por qué la Iglesia Católica acoge con los brazos abiertos a los curas anglicanos con sus esposas e hijos y niega a los suyos esa misma libertad?

Sería más que curioso que el P. Alberto Cutié después de años de cura episcopaliano pidiera regresar al redil y la Iglesia lo recibiera no como oveja negra sino como fiel servidor del Señor.

Yo me siento muy feliz en mi estado, atado con mi voto de castidad, pero entiendo y deseo que por el bien de la Iglesia, Benedicto XVI quiere acabar con los escándalos, y de todos los que no aceptan esta ley meramente disciplinar que se elimine el celibato como condición sine qua non para ser cura.