EL TEA PARTY

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.

 

 

A mi vuelta de Nueva York algunos amigos, consumidores de noticias políticas de aquí y de ultramar, me preguntaban por el Tea Party, el  que secuestró al Congreso Americano y puso contra las cuerdas a Obama y a los demócratas durante semanas de agónicas discusiones.

El Tea Party tiene una larga historia y fue la chispa que prendió el fuego revolucionario e independentista en 1773 en Boston.

El password del Tea Party rezaba   “no taxation without representation”, suena muy bien, “no impuestos sin representación” en el Parlamento Británico.

Afortunadamente no se puede volver al siglo 18 ni hacer guiños de complicidad a la América colonial, sería insultar a la inmensa mayoría de los americanos de hoy.

El coctel que ofrece al país en el siglo 21 es una pócima tan tóxica que pocos están dispuestos a tomarla.

América, país de grandes contrastes geográficos e ideológicos, prefiere, sublime herejía, a los ateos antes que a los furibundos y minoritarios energúmenos del Tea Party.

Esta célula maligna quiere un gobierno limitado, que gobierne poco, que deje a los ciudadanos en paz, quieren el mercado libe, y quieren pocos o ningún impuesto. El americano es el self made man. El estado no tiene que hacer caridad, los ciudadanos tienen que ser los buenos samaritanos por eso hay tantos filántropos en América.

El Tea Party es más que una chinita en los zapatos del partido republicano, es una piedra de molino que habría que arrojar al mar.

Pero su tema estrella más que el conservadurismo social es el tema de la religión.

En estos momentos con la irrupción de Rick Perry en la alineación republicana ya no importa saber quién es el más inteligente, el mejor orador, el más guapo… sino quién es el más santo, el más creyente, el más religioso, el mejor predicador, el que mejor defenderá los derechos de Dios y más se olvide de los derechos de los hombres y mujeres.

La religión en Europa no se presenta a las elecciones, en América sí se presenta.

Y los del Tea Party quieren que Dios sea el jefe del gobierno.

Los votantes del Tea Party son blancos, del sur, desprecian a los negros y a los inmigrantes, aún siguen creyendo que Obama no es americano y tienen arrebatos secesionistas.

A nosotros, pasados de rosca, encerrados en nuestra burbuja inmanentista, ese teatro se nos antoja medieval y lo es.

Su interpretación literal de la Biblia les lleva a negar la evolución, el cambio climático y a obligar a las mujeres a someterse a sus maridos.

Obama, en horas bajas, ganará por goleada a estos enanos santurrones y enemigos de la Liberad y las liberades.