HOMILÍA DOMINICAL - CICLO A

  Domingo de RAMOS en la Pasión del Señor

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio ...

   

 

 Escritura:

Mateo 21,1-11; Isaías 50,4-7; Filipenses 2,6-11; Mateo 26,14-27,66

PASIÓN de nuestro Señor Jesucristo: Mateo 26,14-27,66

 

 

HOMILÍA

¿QUIÉN ES ESE?

El asno todavía se sentía envuelto en el resplandor del día más glorioso de su vida. Nunca hasta entonces había experimentado tanta excitación y había sentido tanto orgullo.

A la mañana siguiente salió del establo y se dirigió a la ciudad. Junto al pozo encontró un grupo de personas y pensó: ahora me voy a exhibir delante de estas gentes. Nadie le prestó la menor atención y siguieron llenando sus cántaros.

“Echen sus túnicas y sus capas”, les dijo enfadado. ¿No saben quién soy?

Le miraron entre carcajadas, le dieron unos azotes y lo mandaron a paseo.

“Paganos miserables”, dijo para sus adentros.

“Iré al mercado donde hay buena gente, seguro que me recordarán”. Pero nadie le hizo caso y siguió caminando.

“Los ramos de olivo. ¿Dónde están los ramos de olivo?”, gritó.

“Ayer me aclamaban con ramos de olivo”.

Herido y decepcionado, el asno volvió al establo, a casa, junto a su madre.

“Tonto”, le dijo su madre con ternura.

¿No te das cuenta de que sin ÉL, tú no eres más que un asno cualquiera?

Sin ÉL eres sólo un asno.

El domingo de Ramos o de Pasión es la puerta que nos introduce en la Semana Grande del calendario litúrgico, La Semana Santa.

Hemos proclamado el relato de la Pasión de Jesús.

Son muchos los personajes descritos, todos tienen su papel, todos toman sus decisiones y todos son necesarios. Su nombre, y el mío, están también escritos en este relato.

Hasta el burro tuvo sus quince minutos de gloria. Su problema fue que se creyó el protagonista del día y quiso seguir siéndolo el día después.

El sentido común de su madre lo puso en su sitio: sin ÉL eres sólo un burro.

¿Quién es ese ÉL?

Hoy, hemos procesionado con ramos de olivo y hemos dicho Hosanna, Sálvame. Pero se lo hemos gritado a ÉL.

Ese Él es Jesús, el Señor, el Salvador.

Ese Él es el que nos ha reunido aquí, el que sigue haciendo camino con nosotros, el que nos abre los ojos y nos enseña a vivir como hijos del Padre y como hermanos.

Ese ÉL es conocido por muchos y seguido por pocos. Muchos lo admiran, pocos lo imitan.

Ese ÉL es el que fue crucificado por Poncio Pilato, el que no liberó a los judíos de la opresión del imperio romano y fue crucificado por Caifás y por todos los desilusionados porque no había redimido a Israel. No quiso deshacer nuestras decisiones, no vino a eclipsarnos, vino a enseñarnos a ser libres como ÉL lo fue y en libertad aceptarlo o negarlo.

Religión y violencia han convivido siempre. Matrimonio que aún persiste en nuestros días en muchos países.

Dios no tenía ningún plan. Nada estaba escrito. Dios no necesita la sangre de Jesús para salvarnos.

La sangre era la bebida que los dioses homéricos tenían que beber para ser inmortales.

A nosotros no nos salva la muerte cruenta de Jesús, nos salva su amor llevado hasta el límite.

En este domingo de Ramos, de gloria y aparente triunfo, hemos proclamado el relato de la Pasión, pasión-amor y Pasión-cruz para recordarnos que “El Reino de Dios significa la eliminación de toda forma de violencia entre los individuos y las naciones”. Simone Weil

Vivimos tiempos de violencia estatal y guerra fratricida, Túnez, Libia, Egipto…violencia y alianza perversa del estado y de la religión. La guerra en nombre de Dios es más intolerable que cualquier otra.

Nosotros los que celebramos a Jesús, Mesías humilde y pacífico, y seguimos de lejos sus huellas tenemos que denunciar toda violencia y especialmente la que tiene su raíz en la religión que quiere imponerse por la fuerza y eliminar todas las demás religiones.

No podemos matar la esperanza y el amor por el egoísmo y el protagonismo humano.

“Nuestro tiempo morirá, no por el pecado, sino por la falta de pasión” escribió Soren Kierkegaard-

“La mayor parte de las iglesias morirán de aburrimiento antes que por las controversias”, John Spong.

Domingo de Ramos, Domingo de Pasión, puerta abierta a la alegría y al compromiso cristiano, nunca al aburrimiento de los que ya se saben el principio y el final de la historia y no esperan casi nada de Él.