DIOS Y LA CIUDAD

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.

 

 

La skyline de Nueva York más que mágica es milagro puro y su exasperante belleza seduce y extasía a todos los contemplativos. No me sorprende que tenga tantos devotos.

Los seniors sorianos, el club de los 60, viajan a nuestras costas y balnearios y recientemente han descubierto los cruceros por el Mediterráneo. Viajan más que los feriantes. Sólo les falta descubrir América.

Nueva York, la ciudad que nunca duerme, visitada por 46 millones de turistas en el 2007 no necesita publicidad. Su solo nombre es imán poderoso.

La estatua de la Libertad fue puerta y bienvenida a los inmigrantes del mundo. Hoy, Nueva York es el mundo.

Todos y todo encuentran cobijo en esta Babel de cristal. Tres frescos de San Baudelio cuelgan en el museo de los Cloisters y ya algún soriano ha abierto su restaurante en la City.

Yo que no puedo presumir de nada, sí presumo de conocer Nueva York. He caminado las Avenidas de norte a sur y las calles de oeste a este. Y, it goes without saying, he descansado en muchas áreas de descanso –iglesias-. Las hay a cientos y muy hermosas. Y he comido en todo tipo de posadas.

Yo que he subido unas cuantas veces, gratis sí vestido de cura, al Empire State Building y que durante un año di la comunión en el hospital de St. Vincent’s a John J. Raskob –su nombre está grabado en el Hall- fundador y patrocinador del edificio número 1 de la ciudad, nunca sospeché que en sus entrañas albergara una universidad.

Esta megápolis guarda tantos secretos que cada día te desayunas con una nueva revelación.

The New York Times, mi breviario laico, en el artículo God and the City me abrió los ojos.

El King’s Collage fundado en 1938 en Belmar, New Jersey, desde 1999 desarrolla su actividad académica en tres plantas del Empire State Building.

Mr. Olasky, uno de sus dirigentes, confiesa que es un error dejar los centros urbanos y encerrarse en los suburbios, en la soledad de los campos entre manzanos y vaquitas, entregar la gran ciudad a las fuerzas del mal y consagrarla al Sex and the City. No es necesario levantar un muro entre los creyentes y la cultura pop.

Esta universidad cristiana, fundamentalista y republicana, por el módico precio de 30 mil dólares anuales ofrece a sus alumnos cursos de teología, empresariales, filosofía y economía en la mejor dirección de Nueva York.

Estos muchachos bien vestidos, sin tatuajes, sin palabras obscenas, sin sexo-pre…en esta Babilonia quieren ser levadura en medio de la masa damnata.

"Estoy estudiando Dios, Dinero, Poder y Cultura" suena a explicación estrambótica pero en esta ciudad y en este tiempo suena más realista que en otros lugares.

Estos cristianos sin fisuras dicen no querer convertir a nadie pero en sus miles de aventuras peligrosas por la gran ciudad no se avergüenzan de proclamar sus convicciones y sus creencias.

No sólo saben donde están sino que aceptan un ideario y un estilo de vida que quieren contagiar desde el vientre de la ballena del capitalismo.

Dios en la ciudad, Dios en el Empire State Building, Dios y Mamón en el mismo templo y Dios en el corazón y en la cabeza de unos jóvenes que quieren, en su juvenil inexperiencia, cambiar el mundo.