DIOS NO ESTABA EN LAS LISTAS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio...

   

 

América the beautiful, país de las oportunidades y de los hombres libres, fascinante y repelente, crisol purificador, adoradora de Dios y de Mamón, azul y roja, América.

Una vez bebidos tus venenos, amargos o dulces, albergados o vomitados, una ligera fiebre, aún en la distancia, te acompaña por años sin término.

Con hambre, hambre de nuevos alimentos, esperaba yo el menú que servirían las elecciones del 7 de noviembre.

El 8, día post electoral, muchos ciudadanos cayeron en la cuenta de que, esta vez, Dios no estaba en las listas, que había que votar a hombres y mujeres de carne y hueso, contradictorios y difíciles de querer.

"In God we trust", "en Dios confiamos" rezan los dólares, jaculatoria piadosa grabada en el papel más profano del mundo. Dios es verde como los billetes y el "green power", el "poder verde" es el único que cuenta.

Las encuestas que todo lo miden dicen que el 85 al 90 % de los americanos creen en Dios, autoritario o benevolente, crítico o distante. Sólo un 5% se declara ateo. América goza de buena salud porque la fe cuenta.

¿Cómo pueden los políticos y los candidatos a políticos ignorar la dimensión religiosa tatuada a fuego en la vida cotidiana del país?

¿Cómo pueden los líderes religiosos huir de la tentación de zambullirse en esta batalla y dejar de orientar a sus huestes en una u otra dirección?

Las elecciones y el día a día es siempre un amasijo de política local, de religión fundamentalista y de economía pura y dura.

En las elecciones del 2004, los republicanos monopolizaron a Dios y votaron a Dios. Los evangélicos lograron sacar de casa a doce millones de nuevos votantes que, fervorosamente, junto con muchos católicos dieron al "ungido por Dios", Mr. Bush, la presidencia.

Fueron las famosas elecciones de los "valores". El sexto mandamiento, autopista con múltiples salidas, para ellos sólo tiene un Exit, el del No.

El 7 de noviembre 2006, "the God gap", el "gap de Dios", fue enterrado.

Los republicanos paralizados por los apetitos sexuales de Foley, el dinero de Abramoff, la sangre de Irak, la tiranía del jefe… abandonaron a su base para hacer exégesis de sus muchos pecados.

James Dobson, uno de sus lideres más célebres se preguntaba: "¿Qué han hecho con su poder? Muy poco a favor de los preocupados votantes de los valores".

Y otro predicador exclamaba: "Los púlpitos de América son responsables y Dios les pedirá cuentas".

La izquierda religiosa, en esta ocasión, estuvo mejor organizada que nunca. Huyó de los temas de siempre para enfocar el salario mínimo, la paz, la violencia, el regreso de los soldados, la tierra cuerpo de Dios y los pecados ecológicos.

Es cierto que los candidatos demócratas son más moderados y así Bob Casey de Pennsylvania fue elegido con el 58% del voto católico.

Tennessee fue el estado más polarizado en torno a la religión. En este estado republicano y evangélico, cualquier candidato demócrata lo tiene muy difícil. Harold Ford Jr. con un 48% de los votos casi lo consigue. Es el primero en llegar casi vencedor a la meta.

Harold suele gritar a su audiencia: "Amo a Jesús. No lo puedo evitar. Comencé a ir a la iglesia a la vieja usanza. Obligado. Pero ahora me siento muy feliz".

América fascinante y sorprendente, imperio nuevo en cuyo panteón todos los dioses son invocados y, aunque Dios no esté en las listas, sigue siendo factor importante en la política y en la vida cotidiana de sus ciudadanos.
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