BIENVENIDOS LOS CISMÁTICOS INTEGRISTAS

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

“Hay que vivir como si Dios no existiera” profesaba el mártir de Flossenbürg Dietrich Bonhoeffer.

El Dios en el que yo creo, me deja vivir feliz y en paz, no tiene acepción de personas, rico en misericordia acoge en su casa a todos, a los cismáticos integristas y a los progresistas.

Sólo Dios tiene paciencia infinita e inmensa amplitud de miras.

La sociedad levanta cárceles, los partidos expulsan a los disidentes y la Iglesia excomulga a los herejes.

La semana pasada se jubilaba el Reverendo Arthur Caliandro, pastor de la Marble Collegiate Church, en la Quinta Avenida y la calle 29 de Manhattan. Dos veces divorciado y viviendo con la tercera esposa, en su sermón de despedida, se preguntaba cómo su congregación le había aguantado tanto tiempo. “Porque nunca señaló a nadie con el dedo”, comentaba una feligresa.

Ayer Benedicto XVI, con sus citas peligrosas, encorajinó al mundo islámico. Hoy, con el levantamiento de la excomunión a los cuatro obispos cismáticos: Bernard Fellay, Bernard Tissier, Richard Williamson y Alfonso Galarreta, ha hecho sonar todas las alarmas en el mundo judío, entre los católicos franceses y en el gobierno alemán.

Una Iglesia sin puertas, sin cismas, sin excomuniones, reconciliada y reconciliadora sería una Iglesia al estilo de Dios, Padre que acoge, sin preguntas, a todos los hijos pródigos.

Benedicto XVI hizo el primer guiño a los obispos lefebristas, integristas o tradicionales el día en que permitió a los sacerdotes celebrar la misa de Pío V, misa tridentina en latín, misa reivindicada como la única válida por este grupo que no acepta la renovación litúrgica ni las enseñanzas del Concilio Vaticano II.

El 21 de enero del 2009, Benedicto XVI levantaba la censura de excomunión latae sententiae declarada por la Congregación de los Obispos el 1 de julio de 1988 y dejaba sin efectos jurídicos el decreto publicado en aquella fecha.

Hecho público este decreto, la televisión sueca emitió una entrevista con el obispo cismático Williamson en la que hacía unas afirmaciones incendiarias.

“Hizo estallar una bomba con el fin de que el proceso de reconciliación descarrilara”, escribe el Obispo de Clermont.

Según Williamson no hubo cámaras de gas ni campos de concentración ni murieron seis millones de judíos. Niega el Holocausto.

¿Habría sido noticia el levantamiento de la excomunión si no hubiera llegado el tufo antisemita a todos los rincones del mundo? Habría sido menos noticia.

Benedicto XVI, una vez más, tuvo que hablar, recordar la existencia de la Shoah, el Holocausto judío, y condenar el pecado de antisemitismo.

La primera víctima de esta decisión no colegiada ha sido el diálogo con los judíos.

El historiador Philippe Levillain afirma que la imagen de Benedicto XVI corre el riesgo de salir seriamente dañada porque “su deseo de unidad es una caricatura, una vuelta a la Iglesia del pasado”.

“Es un crimen en Alemania negar la existencia del Holocausto”, ha dicho Merkel.

Para el Cardenal Karl Lehman, Obispo de Mainz, la “orden de Benedicto fue “un desastre para todos los sobrevivientes” y exige al Vaticano que pida disculpas.

Negar el Holocausto, según el Vaticano, es deplorable pero no es una herejía.

Todos bienvenidos a la Iglesia de Dios, los cismáticos integristas y los cismáticos progresistas, los divorciados y los arrejuntados, las voces silenciadas y los que se han autoexcomulgado.

Ojalá que todos los excomulgados por razones menores, como participar en la ordenación de una mujer, caso del P. Roy Bourgeois, puedan cobijarse bajo el mismo paraguas y celebrar el único gran amor, el de Dios que existe y nos deja existir.