ÁREAS DE DESCANSO

P. Félix Jiménez Tutor, Sch. P...

   

 

Mi área de descanso está en la calle Frentes 2 A.

Si alguno de mis feligreses lee estas líneas no se sorprenderá, la expresión "área de descanso", ya forma parte de nuestra jerga dominical.

Pero llega el día en que los católicos sorianos y, especialmente los de los pueblos cuyos días están contados, ya no caminarán cien metros para ir a misa a la iglesia de siempre, la suya, la de toda la vida. Llega el día en que, si quieren participar en la Eucaristía, tendrán que viajar a otra iglesia y a otro pueblo.

Pueblos, montón de casas cerradas y la casa de la asamblea dominical, como la clausura monacal, abierta sólo el día de la fiesta.

Durante años el Domingo, día de descanso, ha girado en torno a la iglesia. La gente endomingada acudía al templo y en asamblea litúrgica y de bajo voltaje celebraba la misa.

No siento ninguna nostalgia de aquellos lejanos días, eran tiempos de uniforme y de uniformidad, en que lo único que se esperaba oír era el "Ite, missa est". En aquel mundo cerrado y sin movilidad, el viaje a la iglesia, a la ermita y a las faenas del campo era toda la movilidad permitida.

La cristiandad ha muerto. Dios es un exiliado más. Muchos católicos montados en el tiovivo de la modernidad se han dado de baja. El descanso dominical, perdida su aureola sagrada, se ha banalizado, individualizado y fragmentado. De un descanso programado se ha pasado a un descanso a programar e inventar cada domingo según las ofertas de la temporada.

Descansar, celebrar, viajar al "área de descanso", hoy, es una actividad contracultural, es distinguirse de los demás, es ser original. Sólo el coraje de creer puede elevarnos a donde ya muchos humanos no se atreven a pisar.

Contra lo que canta Mecano, sí hay marcha en Nueva York y también la hay, aunque no lo parezca, en la iglesia de Dios.

La moda del chándal y las adidas son el uniforme de la tribu urbana. A fuerza de querer ser originales, impotentes, nos resignamos a ser una camiseta gregaria el domingo en el estadio.

"Si tu alma no tiene Domingo, se vuelve huérfana", decía Albert Schweitzer.

Vivimos la vida como si fuera el único negocio que sólo yo tengo que administrar sin dar cuenta a nadie. Y hacemos pésimo negocio. La vida es un misterio que en el "área de descanso" dominical, "vamos a un lugar tranquilo a descansar un poco", junto con los hermanos, celebra la presencia y la respuesta del Señor Jesús al negocio de los negocios.

A la hora de la muerte, al cerrar el pequeño negocio, nadie echará de menos los grandes trabajos realizados ni se lamentará de no haber trabajado más.

Descansar, necesidad física y espiritual, no es suficiente. Hay que saber descansar, cesar, abrazar y festejar.

Ignorar y hacer ascos del Domingo empobrece a los individuos, debilita la vida familiar y perjudica a la comunidad.

Cuando, ya descansados, salgo del templo y despido a los feligreses, me encanta ver sus caras sonrientes y escuchar sus comentarios: "de aquí salimos alegres, que no es poco".

El "Ite", váyanse, siempre se espera.

Hay un ir triste y resignado y hay un ir alegre y esperanzado y deseoso de volver al "área de descanso".
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