OTRO MILAGRO DE LA PRIMAVERA

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido
con las lluvias de abril y el sol de mayo 
algunas hojas verdes le han salido.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida 
otro milagro de la primavera.


La Iglesia, olmo milenario, con la renuncia de Benedicto XVI, espera otro milagro de la primavera.

La popularidad fanática de los Papas es un fenómeno reciente. Los Papas del pasado fueron tan desconocidos como los curas de Noviercas. 

Esta sociedad que sólo valora y glorifica lo efímero inventa modas de primavera, eleva altares a las estrellas y crea un panteón de diosecillos que los muchachos intercambian como cromos.

Los Beatles, ebrios de gloria, se autoproclamaron más famosos que Jesucristo. Ahora son polvo y cenizas. Sólo el Papado, romano e infalible, se atreve a rivalizar con Él.

Juan Pablo II, estrella del rock cristiano, universalizó el Papado paseando por el mundo como jefe de estado, como pastor de la Iglesia y como sustituto de Jesucristo. Su agenda conservadora era invisible y a nadie interesaba. Sus gestos teatrales: besos a la tierra visitada en los aeropuertos, sus brazos abiertos, sus misas multitudinarias, su abrazo a su agresor…sí nos quedan sus gestos.

Benedicto XVI tuvo que aprender a ser Papa y nunca lo logró del todo. Su voz poco viril y falta de resonancia adormecía en todos los idiomas. Sus viajes más forzados que apetecidos y disfrutados se llenaban de sermones sabios, sabiduría tradicional y antigua, pronto olvidados. Su culto al latín lo convierten más en un profesor medieval que en un predicador moderno.

Hombre bueno y sabio, frustrado como pastor local y universal, ha elegido tirar la toalla y dejar los fantasmas vaticanos flirtear a sus anchas. Sin los zapatos rojos, le sentaban tan mal, y sin el anillo, ahora se contenta con ser un ex más.

Benedicto XVI, siendo el presidente de la Congregación de la Fe, fue el hombre que más información tuvo sobre los casos de pedofilia cometidos por el clero católico. No sancionó a ninguno de los obispos encubridores de estos delitos. El Cardenal Mahoney, el encubridor de los encubridores, estará, haciendo oídos sordos a tantas voces acusadoras, en el cónclave. Tema que sigue abierto y que la prensa seguirá aireando, no por placer sino por amor a la verdad.

Ayer mismo el Cardenal Keith O’Brien, cabeza de la iglesia de Escocia, el que predicaba a Cameron no tener autoridad moral para permitir los matrimonios homosexuales e instaurar la “tiranía de la tolerancia”, sí el mismísimo Cardenal, ante las acusaciones de actos “íntimos” e inapropiados con tres curas, tuvo que bajar la cabeza y renunciar. O’Brien, antes de encerrarse en un monasterio a purgar sus pecados, dijo a la prensa que muchos curas encuentran difícil hacer frente al celibato y sienten la necesidad de una compañera/o. El nuevo Papa, según él, tendrá que eliminar el celibato.

“El que esté sin pecado, Jesús dixit, que tire la primera piedra”. La Iglesia más que acusar tiene que acusarse, más que perdonar tiene que arrepentirse y ser perdonada y tiene que poner su reloj en hora y su calendario al día, estamos en el 2013, no en la edad media.

Es un hecho, todas las estadísticas lo confirman, que los pocos católicos que se casan por la Iglesia llevan años viviendo juntos sin complejo de culpa. La inmensa mayoría de los fieles está a favor del matrimonio de los curas. La Iglesia de occidente es la única de la cristiandad que mantiene el celibato. El sexto mandamiento, el más violado, ha creado un gap cada día más insalvable entre Roma y los católicos. Todo es revisable, los católicos y los curas ya lo han revisado, ¿lo revisará el nuevo Papa?

Benedicto XVI, pedido en el sheol, será sustituido por un nuevo Papa, con un nombre nuevo y de un país nuevo, ¿pero alguno de los encerrados en el Vaticano puede traernos algo nuevo?

¿Del Vaticano puede salir algo bueno? Preguntaría Jesús.

La primavera ha llegado a muchas partes del mundo. Ha llegado gracias a la lucha y la sangre de los ciudadanos. Nunca llueve del cielo. ¿Llegará al Vaticano con un nuevo Papa? Sí, si Roma se descentraliza.

Yo también espero “otro milagro de la primavera”.