¿MÁS ROMANA O MÁS EVANGÉLICA?

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Nada, nadie, en estos tiempos turbulentos, se libra de nuestras críticas. Las instituciones que nos gobiernan y nos vigilan chirrían agriamente, no sé si de viejas o porque no se actualizan. Espías las conversaciones en el bar o en las esquinas y son un puro lamento por un trabajo perdido, por una multa injusta, por unas declaraciones injuriosas…Reyes, políticos, alcaldes, líderes sindicales, obispos y curas, ¿se salva alguien de nuestras iras?

Las religiones organizadas, las que para funcionar necesitan numeroso funcionarios jerárquicamente organizadas, son las más criticadas y más desertadas. Su mediación conlleva tantas normas y ritos humanos que son más rémora que inmoviliza que aliento dinamiza.

La Iglesia católica es aburrida. Los que no vienen a la iglesia, al culto dominical, sólo dan una razón para justificar su ausencia, es un aburrimiento monumental. Los niños bostezan o se duermen. Los que vienen son más víctimas de un complejo de culpa que movidos por la fe y el entusiasmo. Es el show de un solo hombre, generalmente muy aburrido y moralizante.

La portada del 15 de abril de la revista TIME lleva por título: The Latino Reformation. Este fenómeno religioso en USA y en América latina es poderoso y nuevo. La Reforma Protestante sigue viva con nuevos protagonistas y nuevos temas y matices.

¡Evangélicos! “Buscando una ruptura con el pasado, una rápida asimilación con la clase media y una más íntima relación con Dios, los Latinos están llenando las iglesias Protestantes a lo largo y ancho de U.S”.

Esta marea religiosa está transformando la religión y la política americana. Los hispanos, legales e ilegales, han dejado atrás sus países en busca del sueño americano y han dejado atrás, entre otras cosas, su catolicismo, símbolo de pobreza, su religión. En sus países tenían una religión, pero no tenían una experiencia religiosa.

Las Iglesias evangélicas, en sus múltiples denominaciones, les ofrecen un culto abierto a la experiencia de Dios sin la mediación, muchas veces castrante, del cura. Un culto abierto a la expresión pública de sus pecados, de sus voces interiores, sus gemidos inenarrables y abierto a los milagros y a la profecía. Un culto vivo, ruidoso como en Pentecostés, sanador del cuerpo y del espíritu, un nacer de nuevo al que es siempre nuevo. En estos templos nadie se duerme ni se aburre, aquí se baila y se canta al son de guitarras, de trompetas y de panderetas, aquí todos hablan, todos tienen la palabra. Las Iglesias evangélicas ya no son blancas ni negras, se han hecho latinas. La Iglesia New Life Church de Chicago de cien fieles ha pasado a tener 17.000 en poco tiempo. 

Ayer estas Iglesias enemigas de la ley de amnistía para los ilegales, hoy, despertadas del sueño imperial, han emprendido una campaña política a favor de una nueva ley de inmigración a favor de sus feligreses. Ya son más de 46.000 iglesias evangélicas las que dan cobijo a los latinos. Una verdadera Reforma Latina.

“Siempre que oremos juntos impón tus manos sobre mí, para que Dios me guarde como un servidor”, palabras que el Papa Francisco le decía a Luis Palau, famoso predicador evangélico argentino con el que oraba. Ahora entiendo porqué el Papa , desde el balcón vaticano, inclinó la cabeza y pidió que oraran por él, gesto que escandalizó a los curas tridentinos. Él tiene que orar por nosotros, no nosotros por él, dicen horrorizados.

El Papa Francisco está llamado en estos tiempos de crisis de fe a recrear la Iglesia, a hacerla menos romana, menos ritualista, menos política, menos triunfalista y más evangélica.

Mario Bergoglio, hombre pobre y sensible al grito de los pobres, en su ministerio ha estado más cerca de una Iglesia evangélica que de la teología de la liberación. Según él “muchos son religiosos por fuera. Han sido asperjados con agua, pero no han nacido de nuevo”.