José, Un Hombre Innecesario

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio.....

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Una vez, sólo una vez, he mendigado un favor de un santo.


Yo sé que los santos no son el “Tú solo Santo” y que sus limosnas las hicieron en vida y sé que
por más que perpetuemos su memoria con novenas, jaculatorias y escayolas su poder es Zero.
Me escandaliza leer que un alma, harta de las llamas del purgatorio, cuyo nombre y apellidos
nadie conoce, hiciera un viaje relámpago para visitar y pedir ayuda al P. Pío. Estas visitas
nocturnas y el don de bilocación del santo son más espectaculares que los efectos especiales
de la Guerra de las Galaxias.

Una vez, sólo una vez, acudí a José, el compañero de María, según nuestro catecismo José
nunca consumó el matrimonio, nunca fue un marido de verdad.
“Un hombre puede ser virgen, pero sólo una mujer puede ser madre”. María fue virgen y madre.

Leyendo la vida de Lutero, el hereje necesario, aprendí que el día de su boda con Catalina de
Bora, Justus Jonas, testigo del “sí quiero, fue también testigo de la primera noche, de la
primera vez, del primer ayuntamiento, del verdadero matrimonio, la comunión carnal.

José, ese esposo virgen, me concedió el único favor que jamás haya pedido a un hombre. Le
estoy muy agradecido.

Yo no quiero que los santos sean una distracción mortal en mi vida cristiana. Pero he llegado a
la conclusión de que José, entre todos los santos que lucen corona, es el santo ideal y perfecto
porque José es el santo innecesario, si no existiera nadie lo echaría en falta. Muchos católicos
si no tuvieran santos que adorar e invocar no tendrían religión. Los santos son la planta baja
del Corte Inglés, planta de todos los complementos, esas cosas caras, innecesarias y siempre
deseadas.

Todos los santos deberían ser asépticos como San José.

José, viejo o joven, virgen o casto, carpintero o albañil...sencillamente innecesario, María su
esposa, no lo necesitó para concebir a su hijo primogénito. Todo se lo dieron hecho. !Qué
decepción!.

José no viajó al extranjero, no predicó, eso sí, tuvo muchos sueños y visiones mientras dormía
como los tuvo Machado: “Anoche mientras dormía soñé bendita ilusión” y como los tengo yo.

Yo tengo sueños eróticos a mi pesar y las noches me las paso improvisando sermones en
inglés para una asamblea que no los necesita. José, hombre sencillo y callado, por no decir no
dijo ni mu. Me encanta, es fantástico.

Son muchos los que confunden la santidad con la verborrea arbórea y se preguntan ¿para qué
sirven los santos que no nos han dejado una jaculatoria que musitar, una frase redonda que
regurgitar? “Nada te turbe”...

José, a pesar de los grandes sermones que los oradores sagrados le dedican cada mes de
marzo, es un hombre anónimo, nadie sabe nada de él, ni siquiera les interesa a los cuatro
evangelistas ni a San Pablo, por no tener no tiene ni biografía.

José no presume de títulos. No es aristócrata, no es doctor de la Iglesia, no es apóstol, no es
mártir, no es confesor, no es Papa, no es obispo, no es cura, no es fariseo, no es saduceo...sí
es un santo varón y a mí me consiguió el único favor que jamás haya pedido a un santo.
José, entre todos los santos, tú eres mi santo. Muchas gracias.

Post Scriptum

A primeros de noviembre, los siete truenos hablaron con voz poderosa y denunciaron a Roy
Moore, candidato republicano al senado de los Estados Unidos por Alabama.


“Tú, defensor de la Biblia y del Decálogo, martillo de ateos y de gays, tú fariseo hipócrita, tú
tuviste relaciones inapropiadas con una muchacha de 14 años y con otras cuatro más”.
Sus defensores, adoradores de la Bestia que surge del mar, han acudido a la Biblia para
defender a este monstruo que predica y mitinea con un revólver en la mano.

“José, un hombre mayor, se casó con María, una niña de doce años y fueron los padres de
Jesús”. Nada escandaloso ayer, nada escandaloso hoy. Con la Biblia en la mano se puede
defender lo indefendible.

En nuestras iglesias, cualquier domingo del año, los niños, especialmente los de primera
comunión, acuden a la eucaristía acompañados por sus “madres”. ¿Dónde están sus padres?
Como José son innecesarios. Ponen el pan de cada día en la mesa, pero no ponen el pan de la
Palabra en la vida de sus hijos.