HOMILÍA DOMINICAL - CICLO C

  Séptimo Domingo de Pascua

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

   

 

 Escritura:

Hechos 7,55-60; Apocalipsis: 22,12-14.16-17.20;
Juan 17, 20-26

EVANGELIO

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, Jesús dijo:- Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí.

Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu Nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, como también yo estoy en ellos.

 

HOMILÍA

Érase una vez un musculoso leñador que buscó trabajo para cortar árboles en el bosque y lo consiguió. El sueldo y las condiciones de trabajo eran buenas. Así que el leñador estaba decidido a trabajar duro.

Su jefe le dio un hacha y lo llevó a la zona donde debería trabajar.

El primer día, el leñador cortó 18 árboles. Su jefe le felicitó y le animó a seguir así.

Muy motivado por las palabras del jefe, el leñador lo intentó con más ahínco al día siguiente pero sólo pudo cortar 15 árboles. El tercer día lo intentó con más determinación pero sólo cortó 10 árboles.

"Debo estar perdiendo mi energía", pensó el leñador. Se disculpó ante su jefe y le dijo que no sabía qué le estaba pasando.

"¿Cuándo fue la última vez que afiló el hacha?" le preguntó el jefe.

¿Afilar? No tenía tiempo para afilarla. He estado muy ocupado cortando árboles.

"Yo no oro sólo por mis discípulos, sino también por todos los que creerán en mí".

Jesús en su cena de despedida ora con intensidad.

¿A quién dirige Jesús sus deseos más íntimos?

¿A quién eleva Jesús su oración?

Sólo a su Padre Dios, sólo a Él, porque sólo Dios es el centro de la vida, el destino de la vida, porque sólo Dios es el que le escucha y ama sin condiciones.

La oración de Jesús y la nuestra sólo tienen un destinatario: Dios Padre.

En la última cena Jesús ora al que le puede escuchar, al que le puede ayudar en la entrega de su vida.

¿Para qué nos reunimos nosotros a celebrar la cena del Señor cada domingo?

Para orar al Padre como Jesús.

Para expresar al Padre nuestros deseos íntimos como Jesús. Para dar sentido a nuestro vivir y poner ante Él nuestra debilidad, nuestros fracasos y nuestros deseos de ser mejores.

Orar es ver a Dios, escuchar a Dios, hablar con Dios, mendigar a Dios y dar gloria a Dios. Sólo Él es el destinatario de este balbuceo que llamamos oración. Y lo hacemos juntos en el Eucaristía y con Jesús que es la Palabra de Dios.

Como el leñador, hombre de acción, no tenemos tiempo para afilar el hacha, para hacer oración. Instalados en el sexto día de la creación, comprando y vendiendo, no tenemos tiempo para celebrar el día séptimo, día del descanso en el Señor.

Jesús, en esta oración, pide por sus seguidores y por todos los que, un día, creerán en Él.

Jesús ora por su iglesia y también ora por mí.

Tú, hermano, también estás presente en esta última oración de Jesús. En Hebreos 7,25 se nos dice que "Jesús vive para siempre para interceder en favor nuestro".

Tienes que saber que Jesús no te tiene olvidado, ora siempre por ti.

¿Qué pide Jesús?

"Que todos sean uno, como tu Padre estás en mí y yo en ti".

Este es el deseo íntimo de Jesús, esta es la petición de Jesús. Que todos sean uno.

En su iglesia Jesús no quiere la división sino la unidad, no quiere la ambición sino el compartir, no quiere la infidelidad sino la fidelidad. Y el modelo que nos ofrece a todos los cristianos es el de la Trinidad.

¿Oramos nosotros alguna vez por la unidad de nuestras familias, de nuestra comunidad, de nuestra iglesia y de todas las iglesias?

Que todos seamos uno. Uno en lo esencial. Uno en el amor. Uno en el servicio. Uno en la alabanza. Uno en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

"Para que el mundo crea que me has enviado".

La unidad evangeliza.

A Jesús le gusta que hagamos muchas cosas en las parroquias con sus múltiples grupos pero nos pide dar dos signos fundamentales: el signo de la unidad y el signo del amor.

Estos dos signos son los que de verdad evangelizan, los que hacen visible al mundo la presencia de Dios.

¿Dónde está Dios? Donde hay unidad y amor.

¿Queremos evangelizar?

¿Queremos que nuestra iglesia sea la iglesia según el corazón de Dios?

Ofrezcamos a todos los signos de la unidad y del amor. Esta es nuestra mejor oración, nuestra mejor predicación.

"Padre, yo quiero que aquellos que tú me diste, estén conmigo en donde yo estoy, para que vean mi gloria que tú me diste".

"Yo quiero" que los míos compartan mi gloria.

"Yo quiero" que los míos permanezcan en mi casa, en mi amor.

"Yo quiero"…

Cuenta un astronauta que el primer día de su viaje por el espacio, él y sus compañeros, señalaban con el dedo su país. El segundo día señalaban su continente. El tercer día señalaban el planeta tierra, el de todos los hombres.

A nosotros nos pasa, a veces, también lo mismo. Señalamos nuestra iglesia, olvidamos la iglesia y no sabemos nada de las iglesias.