HOMILÍA DOMINICAL - CICLO B

  Primer Domingo de CUARESMA

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio ...

.  

 

 Escritura:

Génesis 9, 8-15; 1 Pedro 3, 18-22; Marcos 1, 12-15

EVANGELIO

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el evangelio de Dios. Decía: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed en el Evangelio".

 

HOMILÍA 1

Iba un día el demonio recorriendo el desierto cuando se encontró con un grupo de diablillos que estaban tentando a un santo ermitaño.

Intentaban seducirlo con las tentaciones de la carne pero no conseguían nada.

Le quisieron llenar la cabeza de dudas y de miedos pero no conseguían nada.

Le rodearon de todo tipo de lujos y comodidades diciéndole que su austeridad era una pérdida de tiempo pero no conseguían nada.

El demonio dijo a aquellos diablillos aficionados, déjenmelo a mí y observen.

Se acercó al santo ermitaño y le dijo al oído: ¿sabes la última noticia? Tu hermano ha sido nombrado Obispo de...

Cuando lo oyó una gran envidia se reflejó en el rostro del santo ermitaño. Y pecó.

¿Con qué tentación cae usted?

Este santo ermitaño, hombre al fin y al cabo, tenía su punto débil. La envidia brilló en sus ojos y su corazón se entristeció. ¿Se creía más digno y mejor que su hermano?

Hoy comenzamos la Cuaresma.

Tiempo de conversión. Tiempo de fortalecer nuestros puntos débiles. Tiempo de examinar nuestra vida. Tiempo de escuchar e imitar a Jesús.

El evangelista Marcos con dos frases nos ha narrado 40 días de la vida de Jesús.

"El Espíritu empujó a Jesús al desierto. Allí permaneció 40 días y fue tentado por Satanás".

En su bautismo Jesús recibe el Espíritu Santo y ese mismo Espíritu le empuja al desierto. El Espíritu es el guía de Jesús. El Espíritu está al principio de su ministerio. El Espíritu es la fuera de Jesús en estos 40 asaltos con el demonio.

Antes de lanzarse al ministerio de la predicación Jesús se bautiza: Espíritu y voz del Padre:"Tú eres mi hijo amado".

Y después hace un retiro de 40 días. Marcos nos dice que "vivía con los animales salvajes", es decir, luchas, pruebas, sufrimientos, escasez, tentaciones...

En los oídos de Jesús todavía resonaban las palabras del cielo: "Tú eres mi hijo amado". ¿Sería verdad? ¿Por qué tantas pruebas? ¿Por qué la presencia de Satanás tan sentida, tan insistente, tan fuerte?

En ese cuadrilátero, en ese ring de los 40 asaltos, nos dice el evangelista Marcos, los ángeles le servían.

Jesús no está abandonado a su suerte, no está solo. El Espíritu Santo que lo empuja al desierto está con Él como guía, como fuerza y como vínculo de unión con Dios Padre que pone a prueba a su mejor hijo, a su hijo amado. Tentado por Satanás, Jesús se refugia en Dios y cierra los oídos al tentador y se prepara para el último asalto, anunciar a los hombres el Reino de Dios y la victoria sobre Satanás.

En este tiempo de Cuaresma todos somos invitados a subir al ring y a enfrentarnos a los "animales salvajes".

La tentación de Satanás, del enemigo, de los amigos, del dinero, de la carne, del ambiente, la tentación que nos viene de afuera.

Y la tentación que nace en nuestro corazón. Mi mayor enemigo no está ahí afuera, está dentro de mí. En esta lucha no estoy yo solo. "Los ángeles me sirven como a Jesús. El Espíritu es también mi guía, mi fuerza y mi vínculo de unión con Dios Padre. No estoy yo solo. Dios está conmigo, su hijo amado.

La Cuaresma es como una vacuna . El niño tiene miedo a la aguja pero no sabe que ese pinchazo le va a evitar muchas enfermedades. La vacuna contra el enemigo es 40 días de oración, ayuno y limosna.

Jesús comenzó su predicación con una Buena Noticia. Y con una promesa: una nueva Alianza. Alianza para todos, para siempre e incondicional. La de Noé "era la figura del bautismo que ahora les salva a ustedes". Y una realización: el reino de Dios ya está aquí.

Mírense y cambien.

Miren a Dios y crean.

 

HOMILÍA 2

PROBADOS

Un ingeniero construyó un puente para que el tren atravesara un río anchísimo. Terminado el puente, mandó colocar en medio del puente unos vagones cargados con todo tipo de materiales pesados y ordenó que permaneciera allí 24 horas.

Uno de los obreros le dijo: ¿Quiere usted hundir el puente? No, le contestó, quiero demostrar que, a pesar de semejante peso, el puente no se hundirá.

Del mismo modo las tentaciones de Jesús no tienen por objeto ver si Jesús iba a pasar la prueba sino para demostrarnos que no podía caer en la tentación.

Cuando hemos proclamado el evangelio seguro que muchos han echado en falta el contenido de las tentaciones de Jesús. No hemos oído nombrar las piedras, el pan, el pináculo del templo, los diálogos bíblicos entre Jesús y el diablo y esas frases lapidarias que Mateo y Lucas nos hacen repetir muchas veces: “No sólo de pan!”…

El evangelio de Marcos es el evangelio de la sobriedad y de lo esencial. A Marcos no le interesa la enseñanza de Jesús. “Les proponía la palabra”, decíamos el domingo pasado. Marcos nos cuenta los gestos humanos y cotidianos de Jesús.

Hoy, con una frase cubre cuarenta días de su vida. “El Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días dejándose tentar por Satanás, vivía entre alimañas y los ángeles le servían”.

El día de su bautismo, Jesús fue declarado el Hijo Amado de Dios. Hoy, en el desierto, Jesús, puesto a prueba, nos demuestra que su tarea consiste en derrotar el mal e inaugurar el Reino de Dios.

El desierto es el lugar de la prueba y el lugar donde Dios nos busca y nos corteja.

Dios caminó con Moisés y el pueblo de Israel durante 40 años y los llevó a la tierra prometida.

Dios caminó con Elías durante 40 días y 40 noches hasta el monte Horeb y puso en su corazón el celo por las cosas de Dios.

Dios caminó con su hijo Amado en el desierto durante 40 días y, superadas las pruebas, predicó el evangelio de la conversión y de la fe.

Dios camina con nosotros, sus hijos amados, y nos fortalece en las pruebas de cada día para ser sus testigos en el desierto del mundo.

Cuaresma es tiempo de autoevaluación, de conocernos, de aprender a controlar nuestros enemigos de afuera y los de dentro.

Y bajo la guía del Espíritu vivir 40 días de rehabilitación en el gimnasio de la oración, del ayuno y de la limosna.

Con la ayuda de Dios puedo resistirlo todo, incluso la tentación.

Jesús, como nosotros, fue puesto a prueba no porque fuera o seamos malos sino porque era y somos humanos. Todos los humanos somos visitados diariamente por las pruebas o tentaciones.

Jesús, empujado por el Espíritu y lleno del Espíritu, superó esas pruebas y las que le ponían sus discípulos y la última prueba en el Huerto de los Olivos. Jesús no podía ponerse al servicio del mal.

Lo que para Jesús, hijo del Espíritu, era fácil y posible, para nosotros, los hijos de la carne, nos resulta imposible y no por ser cristianos se nos ahorran las pruebas, tenemos más para demostrar nuestra fidelidad a Dios.

En nuestro lenguaje coloquial echamos las culpas de nuestras caídas y pecados a un personaje malísimo que llamamos diablo y nosotros nos lavamos las manos como si no tuviéramos arte ni parte en las caídas. Todo es obra del tentador.

La carta de Santiago nos describe con autoridad y certeza nuestra condición, el proceso de la tentación.

“Cada uno es probado, arrastrado y seducido por su propia concupiscencia. Una vez la concupiscencia ha concebido, da a luz al pecado y el pecado, una vez consumado, engendra la muerte”.

En el principio de la tentación está el deseo, somos un montón de deseos, legítimos unos, ilegítimos otros, y, cuando se presenta la oportunidad, los satisfacemos incontroladamente, nos alejamos de Dios y nos contentamos con un puñado de billetes falsos que nos prometen la felicidad, el poder total.

El CAMINO A LA SANTIDAD

Un buscador de la verdad se acercó a un santo para que le aconsejara.

“Dime, hombre sabio, ¿cómo alcanzó la santidad?

“Dos palabras”.

“Y cuáles son esas palabras, por favor?

“Elecciones buenas”.

El buscador estaba fascinado. ¿Cómo aprende uno a elegir correctamente?

“Una palabra”.

“Una palabra”. ¿Me la puede decir, please? Dijo el buscador

“Crecimiento”.

El buscador estaba entusiasmado. ¿Cómo crece uno?

“Dos palabras”.

¿Cuáles son?, por favor.

“Elecciones equivocadas”.

 

HOMILÍA 3

En cuatro versículos, Marcos nos ha contado, no un día en la vida de Jesús como veíamos en el evangelio del domingo pasado, sino cuarenta días de su vida, días de oración, unos ejercicios espirituales en los que el único diario a escribir es el de la vida interior, su relación con Dios y sus luchas por discernir la dimensión y la calidad de su mesianismo.

Después del éxtasis del bautismo en el Jordán donde había escuchado la declaración de amor del Padre: “Tú eres mi hijo, yo te quiero” y haber descubierto su nueva y verdadera identidad, Jesús es guiado por el Espíritu al desierto: soledad, peligros, tentaciones y animales salvajes son sus compañeros.

Jesús, como nosotros después de una experiencia pico, de una intensa experiencia espiritual, sufrió un bajón al enfrentarse con las fuerzas del mal, el espejismo producido por la soledad del desierto.

La prueba tiene un nombre familiar en el vocabulario cristiano: LA TENTACIÓN.

He aquí una historia que pone de manifiesto el proceso de la tentación.

Érase una vez un rey que tenía una hija muy hermosa. Tenía muchos pretendientes, pero la joven quería encontrar el hombre que la amara más que a cualquier otra cosa.

Para encontrar el esposo perfecto, el rey ideó un test que tenían que superar todos sus pretendientes.

El rey mandó publicar un edicto por todo el país anunciando una carrera en la que podrían participar todos los ciudadanos, ricos y pobres, sólo se exigía una condición, que amaran a la princesa más que a nada en el mundo. El que llegara el primero se casaría con la princesa que estaría esperándole en la meta.

El día señalado para la carrera todos los jóvenes del reino acudieron a la línea de salida, todos preparados para recorrer muchos kilómetros.

Antes de comenzar la carrera se hizo el siguiente anuncio.

El rey es muy rico y para que nadie corra en vano ha mandado esparcir a lo largo del recorrido gran parte de sus riquezas: joyas, perlas, bolsas de oro, sables...Cada particiante podía detenerse a coger lo que quisiera.

La carrera comenzó e inmediatamente los jóvenes, seducidos por las riquezas, empezaron a llenarse los bolsillos y se olvidaron de la princesa y de su profesión de amor.

Todos menos uno que ignorando todas esas baratijas, sin detenerse, corrió hacia la meta y allí recibió el premio de la carrera, la hija del rey.

La tentación es un simple test, muestra si lo que hay dentro de cada uno es escoria o mineral auténtico.

Marcos no nos dice el contenido de las tentaciones de Jesús. Se despacha con un versículo enigmático: "Se quedó en el desierto durante cuarenta días dejándose tentar por Satanás".

A todos nos gusta, y especialmente a los predicadores, poner nombre a la tentación y describirla con todo lujo de detalles. Mateo y Lucas también lo hicieron.

A todos nos gusta demonizar la sociedad y sus muchos vicios y demonizar la Iglesia y sus muchos pecados y los placeres y las mil ofertas y saldos que el mundo nos ofrece. Todo parece estar de rebajas. En este viaje de la vida basta detenerse a la orilla del camino y llenar las alforjas con todas las baratijas esparcidas a nuestros pies.

Jesús, el Hijo de Dios, antes de lanzarse al ruedo y comenzar la predicación del Reino de Dios y la conversión tiene, como todos los hijos de Dios, dos opciones. Puede elegir entre ser un Mesías glorioso, triunfador, un Mesías político y liberador que era lo que el pueblo judío esperaba y sigue aún esperando, es decir la opción satánica.

Jesús eligió la opción de Dios, ser el Mesías del servicio, del anonadamiento, del sufrimiento, de la muerte para llevar a plenitud el plan de Dios. La opción de Dios se nos antoja como un monumental fracaso. Nosotros después de dos mil años seguimos predicando y confiando en el Mesías de Dios.

Nadie valora el fracaso en esta sociedad intoxicada por el éxito, el glamour y los récords.

Sin embargo como hemos experimentado la tentación también hemos experimentado el fracaso a lo largo de nuestra vida. La muerte es nuestro último y gran fracaso.

Jesús murió aparentemente como un Mesías fracasado, pero llegó a la meta con las cicatrices de la gloria y nos invita a nosotros a superar los obstáculos del camino.

La tentación no está a la puerta del corazón, está dentro del corazón, un corazón que cuando llegue a la meta, con sus cicatrices y sus fracasos, allí lo estará esperando el Amor, Dios.

HOMILÍA 4

Every time Satan knocks at the door, I let Jesus answer.

I wish it were true, sometimes I open the door myself and I borrow big trouble.

First Sunday in Lent is always Jesus’ temptation. Today we have proclaimed Mark’s temptation story. A non-existent story. No details. Just that it happened. If we want a more detailed, a more dramatic, and a more biblical story we can bring in Matthew and Luke gospels. They love to embellish unnecessarily Jesus’ life.

In two verses, “He remained in the desert for forty days, tempted by Satan. He was among wild beasts and the angels ministered to him”, Mark summarizes forty days of his life. Why so short? Forty days of prayer in the wilderness, surrounded by wild beast and angels, no adoring and shouting crowds, no stones turned into bread, no high mountain, no flattering words from Satan, no list of temptations, no miracles… Just Jesus and Satan, Jesus and God.

Wilderness is the place where God calls Moses, and where God shaped the people of Israel for forty years. Wilderness is a holy place. Jesus enters the wilderness with the promise of God’s presence. No fighting skills are needed to say no to Satan, with God on his side everything is possible. And in the wilderness Jesus begins his ministry and he finds his voice and his vocation.

As the Union Pacific Railroad was being constructed, an elaborate trestle bridge was built across a large canyon on the West. Wanting to test the bridge, the builder loaded a train with enough extra cars and equipment to double its normal payload. The train was then driven to the middle of the bridge, where it stayed an entire day. One worker asked, “Are you trying to break the bridge?” “No”, the builder replied. “I am trying to prove that the bridge will not break”.

In the same way, the temptations Jesus faced were not designed to see if he would sin, but to prove that he could not.

Now I understand why Mark’s temptation story is so short. Jesus not only did not sin, he could not sin. Jesus enters the wilderness with the promise of God’s presence and not with a long list of temptations.

Lent, for us christians, is the season of reflection and repentance, of spiritual discipline and renewal, in the wilderness of Alphabet City, surrounded by wild beasts and by angels.

Temptations are a fact of life. Preachers love to preach about the seven deadly sins and many other sins. It is so easy to get excited and demonize society and its many vices.

Lent is an invitation to serve God with joy.

Lent is an invitation to break away from the tendency to self-punishment which is the dark side of most religions. I love this quotation from a famous preacher, “You cannot keep birds from flying over your head, but you can keep them from building a nest in your hair”.

When Jesus emerges forty days later from the desert, like John the Baptist before him, he says, “The kingdom of God has come near, repent and believe”.

And the Church keeps saying to all of us, Repent and believe.

And like the prodigal son I will say, “I will break away and return to my father and say to him, I have sinned against God and against you”; I no longer deserve to be called your son”.

The Holy Season of Lent offers us a special opportunity to make some sacrifice, to share with others, and to spend more time on our knees.

“Satan trembles when he sees the weakest Saints upon their knees” William Cowper